"Era el mundo, el mundo mismo, lo que quedaba fuera de su alcance, toda aquella construcción tan absurdamente inmensa, compleja, fortuita, inconmensurable, aquel infinito flujo y reflujo de relaciones humanas, políticas, culturas e historias... ¿Cómo podía aspirar alguien a dominar semejantes cosas? No era como la música. La música siempre tenía sentido. La música que escuchó esa noche era lúcida, reconocible, estaba repleta de inteligencia y humor, de melancolía y esperanza. Nunca entendería el mundo, pero siempre amaría aquella música. La escuchaba con Dios a su lado, y sabía que había encontrado un hogar."
No hay comentarios:
Publicar un comentario