La Fábrica de Arte Cubano, de día.
Esa fue mi primera reacción al oír hablar de la Fábrica de Arte Cubano o F.A.C. Fue, de nuevo, mi primer cicerone en la ciudad, José Camilo Valls. Y él entonces me dijo: ‘David, créeme, tienes que ir a conocerla, porque te va a encantar’. Y una vez más, tan certero él, no se equivocó.
El Matadero habanero no defrauda, en absoluto. Es más, te conquista desde que traspasas su puerta después de haber hecho cola en la calle, cola que llega a dar la vuelta a la manzana.
Entrada a la FAC de noche.
El interior.
La FAC –en 26 y 11, al lado de la que era mi casa- es una antigua fábrica reciclada en factoría cultural de vanguardia, una gran nave industrial, con su chimenea de ladrillo, que se ha trasformado en contenedor y escaparate de novedades de diseño y arte puntero entre un público ávido y receptivo.
Lo dirige, con criterio exquisito, el músico cubano X Alfonso, premio Goya por la banda sonora de la película Habana Blues.
Arriba, fotografías de la serie Autorretratos, de Enrique Rottenberg.
La fila, de Enrique Rottenberg.
Un ambiente crazy, sexy y cool que rompe y dinamita todos los estereotipos y prejuicios que puedas tener sobre La Habana.
Mi tiempo, de Lidzie Alvisa.
La entrada cuesta 50 pesos cubanos o 2 CUC. En taquilla te entregan una tarjeta donde dentro, en los distintos bares y terrazas, te irán marcando las consumiciones y que no puedes perder porque entonces te penalizan con 30 CUC, así que más te vale guardarla bien, en la entrepierna o en lo más profundo del escote.
Una cama, de Enrique Rottenberg.
Abajo, fotografía de la serie Las cortadas, de Enrique Rottenberg.
Hecho esto, ya solo tienes que relajarte y disfrutar de este apasionante espacio interactivo, perdiéndote por sus plantas y pasillos, empapándote y sorbiendo lo que despliega ante ti. Que no solo es la obra y actuaciones de artistas cubanos: la presencia de artistas invitados extranjeros es también constante.
Equilibrio, de Marialena Orozco (vídeo).
Puedes asistir, un miércoles por la tarde, a una charla del arquitecto catalán Joan Font sobre El ocio y la noche a la vez que se presentan los trabajos de Diseño Básico del primer año de la Facultad de Arquitectura, en enriquecedora simbiosis/feedback.
Lo mejor, no obstante, ocurre por las noches. La primera que fui, el sábado 7 de marzo y dentro del festival Peace & Love, mientras en la nave de conciertos tocaba el grupo de folk-rock noruego The Real Ones –a los que luego siguieron los suecos The Vanjas con su punk rock-, yo entretanto descubría por los pasillos a Enrique Rottenberg, artista argentino-israelí afincado en Cuba desde hace 20 años que me volvió loco con sus fotografías.
Actuación del grupo noruego The Real Ones.
La FAC es un bombón de licor que por una vez no es ron e igualmente emborracha, un contenedor de cultura rabiosamente contemporánea, un caldero cultural de lo más jugoso, un auténtico paraíso para mentes inquietas y yonkis visuales como yo.
Una cita imprescindible en La Habana.
Todas las imágenes son del festival Peace & Love que se celebró del 4 al 8 de marzo.
En la FAC no verás yumas sexagenarios a la caza de mulatas interesadas sino equipos de televisión extranjeros registrando con interés lo que ocurre dentro. También ves turistas pero son los enterados. Y por supuesto, cubanos: desde jóvenes de código hipster a cincuentones vestidos de negro como los que te topas en ARCO al mando de una galería chic.
La fila, de Enrique Rottenberg.
Un ambiente crazy, sexy y cool que rompe y dinamita todos los estereotipos y prejuicios que puedas tener sobre La Habana.
Mi tiempo, de Lidzie Alvisa.
La entrada cuesta 50 pesos cubanos o 2 CUC. En taquilla te entregan una tarjeta donde dentro, en los distintos bares y terrazas, te irán marcando las consumiciones y que no puedes perder porque entonces te penalizan con 30 CUC, así que más te vale guardarla bien, en la entrepierna o en lo más profundo del escote.
Una cama, de Enrique Rottenberg.
Abajo, fotografía de la serie Las cortadas, de Enrique Rottenberg.
Hecho esto, ya solo tienes que relajarte y disfrutar de este apasionante espacio interactivo, perdiéndote por sus plantas y pasillos, empapándote y sorbiendo lo que despliega ante ti. Que no solo es la obra y actuaciones de artistas cubanos: la presencia de artistas invitados extranjeros es también constante.
Equilibrio, de Marialena Orozco (vídeo).
Puedes asistir, un miércoles por la tarde, a una charla del arquitecto catalán Joan Font sobre El ocio y la noche a la vez que se presentan los trabajos de Diseño Básico del primer año de la Facultad de Arquitectura, en enriquecedora simbiosis/feedback.
Lo mejor, no obstante, ocurre por las noches. La primera que fui, el sábado 7 de marzo y dentro del festival Peace & Love, mientras en la nave de conciertos tocaba el grupo de folk-rock noruego The Real Ones –a los que luego siguieron los suecos The Vanjas con su punk rock-, yo entretanto descubría por los pasillos a Enrique Rottenberg, artista argentino-israelí afincado en Cuba desde hace 20 años que me volvió loco con sus fotografías.
Actuación del grupo noruego The Real Ones.
Desfile de
moda del diseñador cubano D’Zuarez.
Pero todo el lugar es sorprendente, un laberinto de propuestas seductoras, de ideas inspiradoras, intelectual, aural y visualmente nutritivas: desfiles de moda, proyecciones, exposiciones, vídeos, conciertos, DJs, todo sucediendo a la vez, sorprendiéndote en cada recoveco, en cada planta, en cada nave o en cada terraza, donde además puedes sentarte a fumar y tomar algo al aire libre, en un jardín o tumbado en una hamaca bajo la luna mientras contemplas dinámicas e hipnóticas proyecciones en la pared frente a ti.
La FAC es un bombón de licor que por una vez no es ron e igualmente emborracha, un contenedor de cultura rabiosamente contemporánea, un caldero cultural de lo más jugoso, un auténtico paraíso para mentes inquietas y yonkis visuales como yo.
Una cita imprescindible en La Habana.
Todas las imágenes son del festival Peace & Love que se celebró del 4 al 8 de marzo.
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