Son una sorpresa diaria, a veces una alegría.
Son curiosos,
interesantes, divertidos. A veces dinámicos, casi siempre estáticos. A veces
interactivos, siempre pedagógicos. Son como el libro gordo de Petete: enseñan y
entretienen.
Hasta la fecha han publicado
más de 2 mil. Aquí hay una selección de los mejores de ellos.
Los doodles -por si alguien todavía no lo sabe-
son los cambios en el logotipo de Google con los que conmemoran acontecimientos
varios y, sobre todo, la vida de personalidades ilustres del arte, el pensamiento y la ciencia.Sobre ellos, este tipo mantiene una teoría harto curiosa: cree que Google tiene la certeza de que hay vida más allá de la muerte. Si os fijáis, al pinchar el doodle y aparecer la pestaña que aclara quién es el personaje homenajeado, jamás celebran la efemérides del fallecimiento: siempre hablan de su 180 o 160 cumpleaños.
Como si todas esas personas siguieran
vivas.
En alguna parte.
Es posible que Google haya
accedido al secreto de la vida eterna, como también quiere acceder al de la
eterna juventud con su programa Calico.
En realidad no hay secreto que se le escape. Lo sabe todo de ti, de mí, de nosotros. Nos conoce como si nos hubiera parido, que para eso nos monitoriza todo el día. Resulta intimidante. A veces, también, reconfortante: en mi último
cumpleaños, el único que me felicitó fue Google.
El caso es que, a lo tonto, casi sin notarlo, Google está derivando en algo tentacular y omnisciente que no sé
muy bien hacia dónde nos lleva. Hay señales, eso sí: los doodles. Son los
heraldos diarios de ese mundo nuevo con un nuevo evangelio, laico, racional y
humanista. En la compañía aseguran que en los doodles pretenden reflejar ‘el
espíritu innovador de la compañía.’
Será por eso que no son simples fantasías animadas de ayer y hoy: detrás
hay toda una agenda. Un mensaje. Y es universal. Los doodles de Google, con su
santoral racionalista diario, han venido a sustituir al caduco santoral
católico o luterano.
En los doodles de Google, con su amplia galería de figuras
científicas, la ciencia prevalece. Es reina, es soberana, es heroína. Es Dios.
Como que me extraña que la iglesia católica, que con la fiesta de
Halloween sí ha contraatacado con su propia versión, no haya tenido reflejos en
este caso, ofreciendo un buscador alternativo con la estampita del santo o
la mártir del día.
Obsesionados como están con pelear ese Satán que es la
ideología de género, se la están colando y bien gorda en este frente de la
guerra cultural: Google está redimensionando la mente de la humanidad,
combatiendo sus prejuicios, iluminándola, alejándola de la ignorancia y la superstición.
También es verdad que no hay iglesia ni culto que tenga su alcance: miles de
millones de personas, a diario. No hay púlpito que pueda competir con esta
plataforma. Ni con su carisma.
Pero los doodles de Google no
solo dan preferencia a la ciencia: también dan el protagonismo que merecen a la
otra mitad de la humanidad: las mujeres. No solo es otro rasgo fundamental de
los doodles, es todo un cambio de paradigma.
Para apreciarlo en su justa dimensión no
hace falta haber crecido, como yo, entre portadas de Interviú y Playboy (la
revista USA que seguía el mismo patrón: reportajes y entrevistas audaces junto
al desplegable central con la conejita del mes, que ya a mí me parecía
denigrante), aquellos calendarios de taller mecánico y frutería que eran puro
erotismo kitsch, las chicas de las contraportadas de As y Marca o las mamachicho de Tele 5.
Ver ahora cómo Google retrata a las mujeres por su valía y no por
sus tetas creo que supone un grandísimo avance. Ya era hora de descubrir o simplemente recordar tanta escritora, tanta pionera, tanta visionaria, tanta científica.
Los doodles de Google están reparando una injusticia: el silencio y ninguneo de siglos. A las mujeres las trata de igual a igual. A ellos solo
les importa una cosa: si has contribuido con algo importante a la causa de la
humanidad.
Bien por Google. Bueno, bien
para mí porque, evidentemente, no soy el único que se ha dado cuenta de esto. Y a algunas personas no les hace nada de gracia. Es más, empiezan a estar
convencidas de que la sede de Google esconde un nido de techies masones o Illuminati. Y que están tratando de instilar una determinada visión del mundo gota a gota, día a día, doodle a doodle.
Son ganas de ver conspiraciones
por todas partes, aunque sí es verdad que, en los primeros doodles, se repetía
insistentemente un simbolito esotérico, la trifuerza, formado por tres triángulos pequeños unidos que se supone representaban la sabiduría, el poder y el valor.
La trifuerza, que era como una cagada de mosca pero ahí estaba, causó cierto revuelo y terminó desapareciendo; algunos doodles, como el de Tesla, se rediseñaron sin él.
Pero digamos que sí, que hay una 'línea editorial' para los
doodles. No hay que ser muy avispado para apercibirse: es bastante explícita.
En Google, de todos modos, están abiertos a sugerencias
sobre a quién dedicarle uno: aquí te aseguran que estudiarán tu solicitud.
Yo estoy por mandarles una propuesta: Lola Flores. Y que, por favor, sea de los animados, con uno de sus zapateados
arrebatados y sublimes.
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