sábado, 8 de abril de 2023

He conseguido un zulo en primera línea de playa radiactiva en Idealista.com




El domingo pasado, mis amigos Kenzo y Katrina dieron una fiesta por su nueva casa. 
Están exultantes: tal como anda el mercado, han podido comprarse un adosado a un precio relativamente irrisorio. El motivo: la urbanización está situada junto a un cementerio de residuos nucleares, un área de enormes silos de hormigón semienterrados en el suelo. 
Mis amigos sufren secuelas: vómitos, diarreas y caída del cabello. No pueden tener hijos porque nacerían con malformaciones, pero ellos lo aceptan resignados porque a cambio disfrutan de una casa, un lujo inasequible para la inmensa mayoría. Y a precio casi de ganga. 
Este es el más importante pro, aunque presenta otros contras. En el jardincito, al estar el suelo contaminado, les crecen plantas mutantes, y las lagartijas son de un tamaño respetable. Una de ellas me atacó durante la barbacoa en el jardín y tuve que fulminarla con una granada de mano. Puse todo perdido de vísceras y se nos quitaron la ganas a todos de seguir comiendo chuletas y hamburguesas.
Kenzo y Katrina, tan encantadores como siempre, no tardaron en hacerse cargo de la situación, disculpándose con embarazo por no haber exterminado los bichos del jardín antes de nuestra llegada. Ellos son así, siempre quedan bien. 
Son unos anfitriones inmaculados.













(todas las imágenes que ilustran este post han sido generadas con IA antes de morir todos)

No hay comentarios: