viernes, 2 de marzo de 2012

H2O


A.k.a. agua, agua, agua, que baja por la montaña y nos refresca y nos ayuda a que pasemos la semana, que cantaba Ana Torroja en Ya viene el sol. Y ahora a ese mismo sol lo está tapando un nubarrón muy negro. Si nadie lo remedia, si nadie se lo impide, la Espe está dispuesta a privatizar el agua de Madrid.
A los italianos por lo menos, para una cuestión como esta, tuvieron la decencia de consultarles en referéndum. Y dijeron que no, por supuesto.

Que es lo que tendría que pasar aquí, y no permitir este robo y este escándalo. Y que no me vengan los de siempre con el argumento de siempre, que si una empresa pública es un ente perezoso y oxidado, un desastre de administración y eficiencia, un caos que acaba en hundimiento y colapso.
Pues qué quieren que les diga, a mí todo eso me suena más a Enro, Lehman Brothers, Nueva Rumasa y Viajes Marsans, todas empresas privadas. Y eso que solo he citado unas cuantas, así de las más recientes en quebrar.

Si me pusiera a hacer una lista exhaustiva de todas las que se han ido al carajo por una pésima gestión, desfalco, malversación, corrupción, ineptitud o desidia, este post mediría la distancia que hay de aquí a la luna, y puede que con billete de vuelta.


Hablando de eficacia, si hay algo que admiro de los voceros y cheerleaders de la Escuela de Chicago es su capacidad de intoxicación. A fuerza de repetirlos casi como doctrina oficial, sus mensajes han calado en el cerebro de la gente.
Como el de identificar empresa pública con peso muerto, con lastre ineficaz y poco rentable, con despilfarro, cuando no es más que una burda mentira: lo público, por lo general, funciona bien, y no reconocer esto es de miserables.

A mí por lo menos cualquier empresa pública me da mejor servicio que Movistar. Y puestos a pensar en cuevas de ladrones, me vienen muchos más nombres a la cabeza y, qué casualidad, todos de compañías privadas.
Que anda que no tardan en pactar los precios, con lo que el argumento que le gusta tanto a nuestra alienada lideresa, esa que gobierna entre deliriums tremens y manías persecutorias, de que liberalizar el mercado redunda en beneficio del consumidor al haber más competencia no se lo cree ni ella.


La gente debería ser menos tonta de los cojones y espabilar. Darse cuenta de una vez de que los neoliberales son un hatajo de sociópatas. Desmantelar lo público y convertirlo en negocio significa fulminar todo un tejido de cohesión social para repartirlo en dividendos, bonus inflados y jubilaciones millonarias.
Dando a la gente, por supuesto, un peor servicio, a ser posible deslocalizado para abaratar costes, ya se sabe, con lo que a lo mejor el agua, en vez de venir de la sierra, nos acaba llegando de Bangla Desh o de alguna provincia de China.

Y no quiero ni pensar en las condiciones fitosanitarias de ese agua china... Pero esta es solo una visión del futuro, si finalmente la lideresa tipití tipitesa y sus secuaces se salen con la suya.
Otra es que, si les dejamos hacer, dentro de poco habrá en Madrid tres tarifas para el agua: la Premium, la Medium y la PPLP (Potable Por Los Pelos), calidad más o menos aceptable según tu abono y, en cualquier caso, precios abusivos.


Teniendo en cuenta además que tratarán de rentabilizar la cosa con mínimas inversiones, con lo que al final, y para ahorrar costes, acabarán por no echarle ni flúor al agua. O dejar que se pudran las cañerías.
Ya hemos visto en Argentina cómo se las gastan los gestores privados de empresas que en su día no solo fueron públicas sino joyas de la nación o de la ciudad. Las convierten en bisutería, después de engordar obscenamente sus bolsillos.

Podemos olvidar muchas cosas, dónde hemos dejado las llaves, apagar las luces al salir o recoger los niños del colegio, pero lo que no se nos puede olvidar en ningún caso es que la empresa privada solo busca el beneficio más grosero.
El bien o el interés público se lo pasan por el arco de triunfo: aquí lo único que importa es ganar pasta.
Ya lo escribió en 1970 Milton Friedman, el gurú de la economía neoliberal: la única responsabilidad moral de una empresa es aumentar los beneficios de los accionistas.


Avisados estamos. Lo peor de todo, lo más bochornoso, será el proceso de privatización del Canal de Isabel II que será, cuando menos, altamente irregular.
Seguramente pasará como cuando Álvarez del Manzano privatizó los servicios funerarios de Madrid, que se lo vendió a unos amigotes por 60 céntimos.
Un precio simbólico para un lucrativo negocio, que si hay algo que la gente no va a dejar de hacer, con crisis o sin ella, es morirse.

Y esto, otro negocio redondo entre políticos apandadores, es lo que hay que evitar con el agua de Madrid.
Aquí la excusa de siempre, esa de que las empresas públicas son un desastre, no vale: el Canal de Isabel II es un modelo de gestión. Que además, oh milagro, es rentable para los madrileños. Si la privatizamos, en cambio, solo será rentable para unos pocos.
Mientras tanto, los demás racionaremos el agua (mala y cara) del grifo como si viviéramos en el África subsahariana. Olvidarnos entre otras cosas de la ducha diaria que, una vez más, lo de lavarse será cosa de ricos. A lo mejor vuelve hasta el piojo verde. Menudo panorama.


Y aunque la experiencia no sea tan amarga, sí que existen pruebas de que lo de privatizar el agua no ha funcionado. Como en París, por ejemplo, donde ahora se está dando el proceso inverso.
Así que, antes de escarmentar en carne propia lo que parece inevitable, hay que movilizarse. De momento se ha convocado una consulta social por el agua, con mesas donde votar en pueblos y ciudades de la Comunidad.
No se puede tolerar esta rapiña descarada del patrimonio de todos por una manada de hienas carroñeras. Nos venden lo público como sinónimo de ruina cuando para ellos, en realidad, significa ‘expolio’.


Yo procuro siempre que puedo recurrir al humor, pero este es un asunto muy serio. Los ciudadanos debemos trazar una línea roja. En un momento dado, si la lideresa no da su brazo a torcer y dudo que lo haga con esa soberbia que tiene, los madrileños, antes que permitir que se privatice el agua, deberíamos envenenarla entre todos.
Al agua, me refiero, no a la lideresa.
Esa tiene bastante con su propia hiel.

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