Llega a mi correo una de tantas peticiones de change.org, que en principio recibo tan predispuesta a firmar como la mayoría. Pero la reacción que esta produce en mí es diferente: el motivo de su indignación me indigna.
Ya apareció la mojigata de turno, me digo, y hay que ver el revuelo que ha liado.
A lo tonto ha conseguido algo más de 53 mil firmas, lo que me confirma que estamos llegando a unos
extremos de ñoñez y censura que dan miedo.
La
iniciativa ha partido de una chica que se llama Marta Casadesús Fusté y todo
porque, según cuenta ella, “Hace unos días, paseando ante una tienda de Zara,
me llamó la atención un escaparate que exhibía una camiseta con el mensaje ‘ARE
YOU GLUTEN-FREE?’ (que se podría traducir como ‘Eres sin gluten?’), lo cual me
causó indignación…”
Pues chica,
perdona que te diga pero hay que ver las cosas que te causan indignación. Digo
yo entonces que con la tragedia de los refugiados o el cambio
climático te llevarás unos soponcios tremendos. Espero por tu bien que no
tengas la tensión alta.
Mejor ni te menciono ya las cifras casi diarias de
asesinadas por sus novios, amantes o maridos que igual te da un ictus. También
estoy segura de que, camino de esa tienda de Zara, pasaste junto -o por encima-
de dos o tres jomles tirados o pidiendo en la calle, y claro, tú ya ibas ardiendo de indignación cuando te topaste con esa camiseta en el escaparate y fue
el acabóse, la gota que colmó tu sensibilidad en carne viva.
Si yo te
entiendo, mujer: soy la primera que tiende a ser sobreactuada. Pero también hay
que saber ponerse límites. Por eso tu petición me parece histérica y fuera de
lugar. Hay un millón de asuntos más importantes por los que indignarse que esta
tontería.
Como las
condiciones en que fabrican la ropa de Zara en Asia o Brasil, algo a lo que supongo
serás especialmente sensible ya que por lo visto trabajas en el sector.
En cambio parece que no tienes nada mejor que hacer que ofenderte por cosas nimias. Preocupada me
tienes. Una de dos, o llevas una vida muy insignificante o te hace falta un
buen revolcón, que no sabes lo bueno que es el sexo para devolverte la
perspectiva.
Porque chica, estarás de acuerdo conmigo en que esta cruzada tuya
merece una causa más trascendente. Aprende de Erin Brockovich. O de Rosa Parks. A su lado lo tuyo es una pataleta de niña cursi. Y consentida, porque encima
exiges a Zara que se disculpe ante el colectivo celíaco español y se comprometa
a no volver a banalizar esta enfermedad. ¿Perdona? La única que la está
banalizando eres tú con esta campaña absurda.
Pero
tranquila, que solo eres una víctima de los tiempos que te han tocado vivir,
marcados por la tiranía de lo políticamente correcto. Lo más alarmante de esto
es que, como toda tiranía, puede conducir a extremos indeseables.
Porque primero
se prohíbe llamar tullidos a los discapacitados y se acaba por llevar a esos
mismos discapacitados a que les den una inyección letal. Comienzan siendo
incómodos para el lenguaje y terminan siendo incómodos para la vista.
Si te pones a profundizar, esto tiene mucho peligro.
Un poco lo que te
ha pasado a ti, Marta, que te has venido arriba. Porque esa pregunta que te ha
conmocionado -Are you gluten-free?- es, a mi humilde entender, completamente
inocua: ni denigra ni resta dignidad a nadie.
Tampoco es provocadora o impertinente
ni tiene la mayor trascendencia: es neutra hasta la insipidez.
Por mucho que a
ti te lo parezca, no hay en ella ninguna connotación negativa: no juzga, no critica ni condena a nadie.
Entendería tu indignación si en la camiseta
se leyeran eslóganes a favor de leyes discriminatorias o de
confinar a los celíacos en las Columbretes, pero el jari que has montado es simplemente ridículo.
Hay batallas mucho más importantes que librar. Lo que a los celíacos les indigna de verdad es que los productos que tienen que consumir no tengan precios más asequibles, que a día de hoy su dieta es su ruina.
Dices que ‘la celiaquía no es una
enfermedad para tomarla a broma’ pero eres tú la que la está reduciendo a chiste con este affaire de las camisetas.
Tampoco voy a defender a Zara, para nada. A Amancio Ortega que lo
admire su padre y sobre todo su hija, que gracias a él es una rica heredera con
la vida resuelta. Solo te digo que la respuesta ha de ser proporcionada. Y en este caso, cari, creo sinceramente que se te ha ido la olla,
creando conflicto donde no lo hay.
Aun así, enhorabuena: te has salido con la tuya: Zara no solo ha pedido disculpas sino que ha accedido también a retirar las camisetas. Pero lo que para ti es una victoria para mí es una señal muy negra: estás contribuyendo a que el
mundo se convierta en un lugar opresivo.
A lo único que llevan actitudes como la tuya es a que vivamos todos con miedo a que el vecino nos delate porque algo que hemos hecho, dicho o vestido no le parece correcto o apropiado. Es volver a los tiempos siniestros de la Stasi, y mira que a mí me gustan un uniforme y una perversión, pero chica, esto es demasiado.
A lo único que llevan actitudes como la tuya es a que vivamos todos con miedo a que el vecino nos delate porque algo que hemos hecho, dicho o vestido no le parece correcto o apropiado. Es volver a los tiempos siniestros de la Stasi, y mira que a mí me gustan un uniforme y una perversión, pero chica, esto es demasiado.
Bastante tenemos ya con la
inquisición eclesial para que ahora surjan también patrullas vecinales por el decoro y
la decencia.
Lo que nos faltaba.
Querida Marta, la histeria de lo políticamente correcto es una estrategia más de los de arriba para tenernos a los de abajo enzarzados en cuestiones inanes mientras nos pisotean a gusto.
Querida Marta, la histeria de lo políticamente correcto es una estrategia más de los de arriba para tenernos a los de abajo enzarzados en cuestiones inanes mientras nos pisotean a gusto.
Nos mantienen entretenidos con
juegos florales del lenguaje mientras nos quitan la dignidad a todos, no solo a
los celíacos.
Tu petición en change.org cae en la trampa, enturbiando más el ambiente, ya bastante enrarecido. Como esto siga así, va a llegar un momento en que lo mejor será graparse la boca para no
ofender a nadie, que la gente está hipersusceptible (normal, en la era de los hipervínculos, los hipermercados y
los hipertextos).
Yo, afortunadamente lo único que tengo hipersensible es el clítoris, los
pezones y el cuello por detrás de la oreja, que cuando me hurgan ahí con la
lengua me vuelvo literalmente loca.
Claro que, leyendo tu blog, me he dado cuenta de que tú eres mucho más delicada y etérea.
En él te presentas así: ‘No me gustan las pancartas, prefiero las flores y las frases sin punto final.’ Pues menos mal, reina. Te llegan a gustar las pancartas y te veo no ya tomando la Bastilla sino el polígono de Arteixo. Y fíjate que nada me gustaría más que ardiera Zara como en su día ardió Roma, pero las cosas, repito, en su justa proporción.
En él te presentas así: ‘No me gustan las pancartas, prefiero las flores y las frases sin punto final.’ Pues menos mal, reina. Te llegan a gustar las pancartas y te veo no ya tomando la Bastilla sino el polígono de Arteixo. Y fíjate que nada me gustaría más que ardiera Zara como en su día ardió Roma, pero las cosas, repito, en su justa proporción.
A ti, por ejemplo, lo de las camisetas de Zara te
parecen ‘mensajes ofensivos’. Para mí, sin embargo, mensajes
ofensivos son los de los obispos o los de la reina Letizia a su compi yogui apandador.
Otra cosa curiosa es cómo has justificado tu cruzada: ‘‘Debido a la visibilidad de estos mensajes -explicas-, pueden ser bastante influentes (sic). Todo posible estímulo cuenta para sensibilizar a la gente y explicarle cuáles son los problemas del mundo real.’
Otra cosa curiosa es cómo has justificado tu cruzada: ‘‘Debido a la visibilidad de estos mensajes -explicas-, pueden ser bastante influentes (sic). Todo posible estímulo cuenta para sensibilizar a la gente y explicarle cuáles son los problemas del mundo real.’
Aquí, lo reconozco, me dejaste batiendo perpleja estas preciosas pestañas mías que no
necesitan máscara. Porque a ver, monina, ¿a qué mundo real te refieres, al de
verdad o a uno ideal pintado por Mr Wonderful?
Siento comunicarte, amore, que el
mundo real es otra cosa, bastante más crudo, sucio y antipático.
Si lo que
pone en una camiseta de Zara representa para ti un problema gordo, entonces es
que vives en una nube de marshmallow en tonos pastel, preguntándote bucólica a
qué huele.
Lo que tienes que hacer es bajar de ella y darte cuenta de que la pregunta de la camiseta es tan inofensiva como podría serlo cualquier otra: ¿Eres gay? ¿Eres rubio? ¿Eres bombero? ¿Eres miope? ¿Eres superdotada de Mensa? En un momento dado podrían incluso verse como un guiño simpático.
Otra cosa bien distinta sería si en la camiseta pusiera 'Muerte
a los celíacos', que entonces sí, es para indignarse. Como también, por ejemplo, encontrarse un letrero en la puerta
de la tienda que dijera ‘Prohibido el paso a perros y celiacos’.
Esto sí sería una injusticia y un agravio.
No creo yo que quieras ser como una de ellas.
Sé que te mueve la buena intención, pero con iniciativas como la tuya lo que se está gestando son comités populares de salud pública que el día menos pensando inauguran otra era de Terror, pasándonos a todos por la guillotina.
Incluyéndote a ti, querida, porque quién sabe si algún día toda esta locura no se volverá contra ti y serás tú la denunciada.
Es lo que tiene la psicosis desatada y la caza indiscriminada de brujas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario