Mi sobrina
Malena tiene dos años. Como buena chica del siglo XXI, le pones delante una
Tablet con Pocoyo, Caillou y Peppa Pig y se obnubila. No la hables porque no
reacciona; está en su burbuja. Hipnotizada. Y no voy a venir ahora conque el swipe le sale instintivo porque es
mentira: lo hace porque está aburrida de vernos hacerlo a sus mayores. Los
niños son como esponjas que lo absorben todo y blablablá, tú ya sabeh.
Mi sobrina
Malena está obsesionada con las ‘cucas’, que es como ella llama a las brujas
con su media lengua. No solo con ellas: como además haya madrastras crueles,
enanitos, ogros, príncipes, manzanas envenenadas, hadas madrinas y cazadores
que enseñan el corazón de un ciervo en vez del de la princesa, la niña disfruta
como lo que es, como una enana. Yo francamente lo entiendo: en comparación con
cualquiera de estos cuentos clásicos, un episodio cualquiera de Peppa Pig es la
sala de TV de una residencia de ancianos.
Una cosa que
me gusta del inglés es esa distinción que hace entre la primera y la última
etapa de un artista, entre el early Woody Allen, y el late Woody Allen, el
early Almodóvar y el late Almodóvar, el early Bowie y el late Bowie, la early
Madonna y la late Madonna, el early Picasso y el late Picasso… Yo, por ejemplo,
noto mucho la brecha generacional en estos temas. A veces más que brecha son
años luz.
Pues eso.
Malena, conmigo, está revisitando todos los clásicos. Pero hay uno en especial
que le fascina: Blancanieves y los siete enanos. Es que menuda maravilla de
película, qué hito del cine, qué cumbre del gótico infantil. Por supuesto, ve
la versión original, con ese doblaje dulce, a ratos empalagoso, pero entrañable
y bellísimo.
Para ese
doblaje se utilizó el que se conoció como español neutro, un intento de
estandarizar el castellano para todos los hispanohablantes. El acuerdo se tomó
en los años 40, y los doblajes se realizaron sobre todo en Puerto Rico. Fue el
que prevaleció en los años 1950 y 60 en todas las pantallas de habla hispana,
tomando como referencia el español de México.
A partir de
los años 1960 el español neutro cayó en desuso, y cada país hispanohablante
realizó sus propios doblajes (Walt Disney España, por ejemplo, decidió romper el
protocolo con La bella y la bestia). Hasta entonces, el español neutro había
sido el estándar para todos. Y no solo en dibujos
animados como los de Walt Disney o Bugs Bunny: también en series como Bonanza, Perry Mason, Ironside o Embrujada.
La bruja de Blancanieves en pleno subidón de belladona o cornezuelo de centeno. Solo hay que ver esa hermosura de pupilas dilatadas y esa expresión de trance. Si has acostumbrado a moverte por afters, la cara de la bruja resulta demasiado familiar.
Todo esto me trae a la cabeza una de las guerras de youtube más candentes, la que hay montada entre las películas dobladas al español peninsular vs. el español latino. Menudas trifulcas en los hilos de comentarios. Por un lado los de allá: ‘Pinche español, gachupín, pendejo…’ Y es que, mientras los norteamericanos adoran el acento británico, en las repúblicas que fueron colonias españolas pasa todo lo contrario: nuestro acento les parece rudo, agresivo y prepotente. Muchos de ellos lo odian. Lo aborrecen. Sobre todo cada vez que oyen la palabra ‘gilipollas’. Les cruje los nervios.
Frente a
esto se posicionan los ibéricos exaltados, generalmente con una cruz de Borgoña en su avatar y con Blas de Lezo como nick: ‘indio de mierda, gilipollas, anda y
vete a hacer cosas de indio. Si no fuera por nosotros todavía estarías hablando
en suajili.’
Nos estamos reduciendo a la anécdota: dentro
de los 500 millones largos de hablantes de español, somos los únicos que nos
referimos a la compu como ordenador y
utilizamos el verbo coger para agarrar y no para chingar como hacen ellos, de
California a la Patagonia.
En no muchos años, nuestra forma de hablar será
considerada dialecto y no patrón, y a lo mejor habrá que protegerla como a una
especie en extinción, como se protege al lince.
Aunque solo sea por estadística, fría como el acero, el futuro del español está en América.
(Suspiro)
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