La última vez que fui a Alcalá fue el día de agosto que se dio la noticia de la muerte de Lady Di la noche anterior en el túnel de Alma en París, huyendo de los paparazzi.
Yo no la recordaba tan monumental.
Pena que, a pesar de ese casco histórico que nada tiene que envidiar al de otras ciudades castellanas, sea una ciudad dormitorio más de Madrid, y eso que está a 30 kilómetros.
Se nota por eso que está maleada, viciada; no sé si me explico. El ambiente no es tan provinciano e inocente.
Cuando no pegan una paliza a una trans pasa a toda pastilla un macarra latino en su carro con su reggaetón a todo trapo.
A veces me olvido que aquí estaba esa discoteca que era Radical...
No hay comentarios:
Publicar un comentario