miércoles, 10 de febrero de 2010

La madre del indie español



Fue, sin duda alguna, La Madre del Cordero, el grupo de la foto en blanco y negro.
Pertenecían a la hornada de artistas variopintos que, a finales de los 70, protagonizaron una floreciente escena folk que se movía entre lo politizado y lo bellotero.
Entre ellos destacaban nombres como La Charanga del Tío Honorio, María del Mar Bonet, Desmadre del 75, Nuevo Mester de Juglaría, Jarcha y hasta Fernando Esteso con La Ramona, aquel hit precursor de perlas del agropop posterior como El tractor amarillo o el gallinero del Koala.

En la de arriba aparecen los Templeton, una banda cántabro-asturiana que fue algo así como la revelación indie no sé si del año pasado o del anterior.
Sacaron un single que hablaba de una casa en el campo o en la montaña y que pretendía ser bucólico -digo yo- pero que con sus redobles sólo conseguía ponerme de los nervios.
Su imagen, por otra parte, es la que cabe esperar de un grupo indie, esto es, la más antisexy del mundo.

Nada que objetar. Es más: olé sus cojones.
Yo en el fondo les admiro porque se ponen el mundo por montera y carecen de cualquier prejuicio a la hora de vestirse y proyectarse.
Pero luego vino el gran chasco cuando descubro que ni siquiera eran originales.
Mucho antes que ellos ya estaba La Madre del Cordero, posando para las fotos de promoción con las mismas gafas y barbas, los mismos pelos y bigotes, la misma combinación imposible de chores y calcetines, las mismas piernas flacas y peludas...

Conque lo de Templeton no era ninguna novedad: ya estaba todo inventado por La Madre del Cordero.
Para ser sincero, ni sé qué música hacían, ni he oído nada de ellos ni me hace falta.
Su mérito principal, y grandísimo, es el de haber sido los absolutos pioneros de todo un modo de concebir la imagen desaliñada y la estética nada convencional de un grupo pop.
Como que si yo fuera indie, los tendría por gurús.
Pero como no lo soy, empiezo a entender que ese grupo seminal que fue La Madre del Cordero esté en la actualidad tan justamente olvidado.