lunes, 31 de diciembre de 2012

¿Quién puede matar a un niño?



Pongo en su pañalito mis mejores deseos para 2013,
2012 + 1 para los más supersticiosos.
Feliz año nuevo.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

La venganza de Chávez


Viene a ser como la venganza de Moctezuma, pero en versión socialismo bolivariano.
Su propósito: dinamitar el sistema capitalista desde dentro, inundando nuestras calles y bolsillos de monedas de 1 bolívar que, como puede verse en las fotos, viene a ser casi exactamente igual a la de un euro.
Su valor, por el contrario, es insignificante, de apenas unos céntimos.

La situación es alarmante. De seguir la operación su curso, pronto no tendremos en los bolsillos más que bolívares mientras que los euros habrán desaparecido todos, y ya será el acabóse cuando, si ahora consumimos poco, no podamos consumir nada; será el colapso total de nuestra economía.
Chávez, en su agonía, se debe estar carcajeando.

Qué malvado es. Aunque yo nunca he acabado de tomármelo en serio. Será porque me recuerda a personajes de Tintín como el general Alcázar o el general Tapioca.
Es un poco caricatura de tebeo, con esos lambios bembones y esa boina de revolucionario, che.
Todo muy voluptuoso y envuelto en la sensualidad del trópico.


Pero lo que se le ha ocurrido es de genios.
Y yo, que cuando reconozco una obra sofisticada de maldad, me relamo de gusto, aquí estuve a punto de alcanzar un orgasmo.
Estaba embrujado con la fidelidad alcanzada con la réplica. Hay que fijarse muy mucho para diferenciar un bolívar de un euro. Son indistinguibles, como la magia de la alta tecnología.
Hasta en el tacto se parecen.

La jugada es perfecta. La estrategia, también: minar nuestra ya tocada por no decir hundida economía infiltrando masivamente monedas de 1 bolívar, sustituyendo un euro devaluado por un clon bananero.
Las están haciendo circular secretamente, con el fin de sabotear nuestro sistema saturándolo de chatarra inútil.


A mí ya me han dado gato por liebre. Son tan parecidas, prácticamente idénticas, que aunque mires por encima el cambio que te han dado para comprobarlo, pasa inadvertida.
O más bien camuflada, mimetizada perfectamente la cabrona, como un camaleón de cuproníquel, entre la calderilla de euros.

Sin embargo, no todo está perdido. Existe una esperanza de que estos planes diabólicos fracasen: la moneda de 1 bolívar, siendo casi gemela de la de euro, no ha pasado la prueba del algodón definitiva: intentar pasársela a los chinos.
No hay manera: la detectan enseguida.
A esta gente lo de las fechas de caducidad se les escapa, pero en esto son infalibles; yo creo que tienen un sexto sentido.

No sé a qué iluminad@ se le ocurrió aquello de 'engañarte como a un chino'. Me da la impresión de que no conoció a ninguno en su vida. Y desde luego, no lo tuvo de tendero.
Así que puede que después de todo estemos salvados, gracias a este olfato sobrenatural de los comerciantes chinos para detectar como sabuesos dinero falso o alienígena.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Kaboom


Kaboom es la onomatopeya inglesa para una explosión y suena a como debería llamarse en realidad la capital de Afganistán.
Kaboom es también una variedad sativa de marihuana que es, por sus características, la que mejor me iba a sentar, esto ya me lo digo yo sin ser mi médico de cabecera.
De efectos altamente benéficos, estimularía mi creatividad y mi energía y me pondría eufórico y feliz. Justo lo que necesito. Mi poción mágica. Mi combustible. Esta yerba lleva escrito mi nombre en sus cogollos. Hemos nacido el uno para el otro, para casarnos en Las Vegas y vivir un romance sin fin.

Lo cierto es que, si viviera en EEUU, sería mucho más fácil ese encuentro romántico. Especialmente si lo hiciera en uno de los 18 estados -más el distrito de Columbia- donde está permitido su uso medicinal o terapéutico.
Y no te cuento ya si eres residente de uno de los dos estados, Washington y Colorado, donde se ha legalizado su uso recreativo.





En cualquiera de estos afortunados casos, no tendría más que entrar en esta web, localizar los dispensarios autorizados más cercanos, buscar la Kaboom entre sus existencias y, de tener suerte, encargarla: desde un gramo hasta 28, que forman una onza, la cantidad máxima autorizada para consumo personal a mayores de 21 años.

Para todas y cada una de las cantidades se indican los precios y se asegura su entrega a domicilio en menos de una hora.
Esto suena a paraíso en la tierra. Pero existe y es real.
Es más, y para terminar de hacer tu felicidad completa, también la tienes disponible en app para tu Android o iPhone.





Los dispensarios ofrecen también otros productos relacionados con el cannabis. Entre ellos los de repostería, lo que permite que te puedas dar un homenaje regalándote un brownie de la risa o una tarta de cumpleaños con bizcocho misterioso y customizada a tu gusto, con las frases y dibujos que quieras.

Con todo, lo más atractivo de leafly.com es cómo se presentan las distintas variedades de maría, ordenadas como en una tabla periódica de elementos, con la misma belleza, claridad y sencillez: mediante iniciales helvéticas y en recuadros de color (según sean híbridas, sativas o índicas).
Una vez localizada la que te interesa, solo tienes que hacer clic en su recuadro et voilá, se abrirá una pantalla en la que se la describe, puntúa sobre 10 (según valoración de los usuarios) e informa acerca de sus usos médicos, sus efectos y sus aspectos negativos o sombras: en la mayoría de los casos, en cabeza de esta lista de síntomas está 'boca seca'.
Aunque tampoco voy a mentir, con alguna que otra se presenta también riesgo de alucinaciones.
Así que buen viaje.





Tomemos la variedad Bubba Kush, por ejemplo.
Los efectos que produce son como un sancocho sabrosón de pecados capitales y estados de ánimo envidiables: pereza, gula, euforia y felicidad.
Como de costumbre, lo único malo es que deja la boca como una chancla, nada que no se pueda solucionar mediante una buena hidratación labial, un vaso de agua a mano o, ya en plan sibarita, una copita de champán.



Mi elección, de todos modos, la dejé clara desde el principio: la Kaboom -me imagino el pelotazo, con un nombre tan descriptivo-.

Y de una cosa a la otra, Kaboom, esa onomatopeya de detonación, suena también a la América más negra, la de las masacres en institutos, escuelas, universidades, mítines políticos y estrenos de cine.
Pero de esa América que regularmente nos sobrecoge y horripila, capaz de producir las mayores atrocidades, también nos llega esta otra que es avanzadilla social, que cumple su papel de Miss Liberty iluminando al mundo, la del progreso en los derechos civiles.
La de la libertad personal bien entendida.



Esta web es ejemplo de otra América, la comprometida con la verdadera libertad individual, la que tiene como referencia a Thoreau y Jefferson y no a Jesucristo.
La América donde cual hace de su capa un sayo mientras no perjudique a los demás, y es esta América bendita la que a veces abre un tunelito en la oscuridad de su larga noche puritana.
Pero esta web es también algo más: es el escaparate digital de todo un cambio de paradigma, el signo definitivo de una apertura mental de la sociedad hacia el consumo de cannabis.
Al menos la de Estados Unidos, donde más del 50% de sus ciudadanos están a favor de su despenalización total.

Es el heraldo de la normalización de un hecho social incontestable que, por mucho que algunos insistan, de sórdido no tiene un pelo y, desde luego, resulta bastante menos truculento y escabroso que el tráfico y la posesión de armas.
Porque la realidad, una y otra vez, lo demuestra tercamente: es mucho más inofensivo tener una plantación de maría en casa que un arsenal de armas.
Como también es mucho menos amenazador y potencialmente agresivo para la convivencia fumarse un canuto de yerba que llevar a todos lados una semiautomática.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Los estilos del hombre


Le style, c'est l'homme, dicen en francés. Y tienen razón. El contraste de estilos es obvio entre Jordi Évole, a.k.a. El Follonero, y Enrique de Vicente, director de Año Cero.
El primero, con su iPad en ristre, encarna al nuevo homo digitalis, al hombre tecnológico y a la vanguardia profesional: es un periodista de su tiempo que ha hecho de su tableta su principal herramienta de trabajo, fuente de información de primera mano y archivo compacto, portátil y cómodo de documentos, todos los que Enrique de Vicente -otra edad, otro estilo- desparrama ante sí en las tertulias de Cuarto Milenio.


A Jordi Évole lo define su tableta. A Enrique de Vicente, en cambio, le distinguen todos esos libros y papelotes que tiene sobre la mesa y que agita en el aire con vehemencia para reforzar sus argumentos heterodoxos.
Jordi Évole, delante de su entrevistad@, no tiene más que deslizar la pantalla casualmente, con naturalidad, para lograr el mismo efecto: todos los documentos que presenta o consulta están en su iPad.

Enrique de Vicente es -junto con otros especímenes humanos, todos curiosamente intelectuales provectos, la viva muestra de que el hombre no es más que un chimpancé inteligente, lo que se hace evidente al llegar a una edad avanzada, como también es el caso de Álvaro Pombo o José Luis Sampedro-.


A mí es un tipo, no obstante, que me parece entrañable y pintoresco. Es como un quijote del ocultismo canónico, con esa pasión que pone en lo que defiende y esas manos suyas que tienen vida propia. Lo suyo, más que gesticular, es una sesión de aerobics.
De hecho, no hay manera de hacerle una foto en la que las tenga quietas. Es un no parar, un remolino continuo, venga agitación y aleteo. Toda su fuerza reside en sus manos. Y en sus papeles, que señala o levanta muchas veces para secundar sus teorías.

Como que no sé qué sería de este señor sin ellos. No hay tertulia de Cuarto Milenio en la que no tenga delante una alfombra de libros, folios, notas, papeles y papelotes, esos que de vez en cuando menea como prueba irrefutable, y queda un poco antiguo, será porque habla de enigmas ancestrales y misterios milenarios. O será porque sigue tirando de papeles.


Jordi, por el contrario, representa la novedad y la modernidad naturalmente asumidas, sin aspavientos. ¿Que tiene un documento que mostrar? Saca su tableta y desliza la pantalla con los dedos. El otro, mientras tanto, revuelve sus libros y sus notas, desplegados sobre su mesa como uno de los últimos refugios no solo de la letra impresa, sino de todo un estilo de hacer y entender las cosas.

Son como la noche y el día. Dos visiones distintas del mundo o, más bien, dos mundos cara a cara, uno que declina y otro que avanza imparable. El director de Año Cero, anclado en la era Gutemberg, es un vestigio del intelectual que se pierde entre libros y papeles.


Los dedos de Jordi Évole, en cambio, se mueven por la pantalla de su iPad como peces en el agua, con ese savoir faire desenfadado con el que también realiza sus programas imprescindibles y adictivos.
Dos hombres, dos edades, dos estilos.
Uno representa ya el pasado, un mundo que se pierde. El otro, El Follonero, es el mundo nuevo que se impone a bocados.

martes, 20 de noviembre de 2012

Que se jodan



Fuck you, homofobia. Fuck machismo. Fuck you, religión. Fuck Rouco Varela. Fuck you, Hermann Tertsch. Fuck you, Sostres. Fuck the TDT party. Fuck nacionalismos. Fuck you, corrupción. Fuck nepotismo y mamoneo. Fuck Spain is different, si siempre es para peor. Fuck esa pesadilla de mundo neoliberal al que nos quieren arrastrar. Fuck you, PSOE. Fuck you, Tony Blair PASOK. Fuck renegados y traidores de clase. Fuck el clasismo de señoritos y la beatería retrógrada del PP. Fuck you, Angela Merkel -y a ser posible, con un pepino español -. Fuck you, Herr Wert. Fuck you, Ana Botella. Fuck la boquita de la Espe, que ya la podía tener de piñón como los ojitos. Fuck Eurovegas. Fuck recortes. Fuck privatizaciones. Fuck el Régimen. Fuck el 1%. Fuck you, euro. Fuck desahucios. Fuck the bancos. Fuck you all.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Cristo ya nació en Palacagüina


Al llegar a cierta edad, uno asume como inevitables ciertas cosas. Entre ellas, que la derecha de aquí sea tan beatuza.
Lo que no quita para que mi resignación tenga sus límites.
Y estos del PP no es que los traspasen, es que lo hacen con tanques y Hummers.

A mí no me importa tener ministros supernumerarios del Opus, pero, por favor, en una sociedad actual, plural y diversa, las opiniones que les dicte su moral particular deben guardársela para ellos.
O si no, que se vayan a vivir a comunidades puritanas ancladas en el siglo XVIII, como los Amish
Llegados a este punto, tengo mis serias dudas: no sé cuáles son peores, si los ultras católicos o los evangélicos, que también me dan mucho miedo. Aunque son una rama del cristianismo curiosa. Para ellos no hay más película que Jesucristo Superstar.

Pero es un Jesús idealizado, de plástico y neón, como una estrella de Hollywood, una especie de redentor carismático de drogadictos, perdidos y borrachos, tu terapeuta particular.
Al Jesús de los evangelios, en realidad, le conocen poco. O no le pillan la esencia.
O será que el mensaje se pierde con el ruido de fondo.


Mucho Jesús te ama, Jesús es tu colega, tu salvación, tu dildo, pero luego parece que nadie se acuerda de lo que decía Jesús. Y su mensaje era extraduro y, sobre todo, revolucionario.
Ya lo decía él mismo: 'No he venido a traer la paz sino la guerra'.

Por eso acabó como acabó, porque desafió al sistema. Algo en lo que, extrañamente, parecen no caer, que Jesús era un antisistema, un perroflauta, un rebelde con causa, un 15 M, un Occupy Wall Street, un idealista subversivo, un moralista implacable, un vengador de la justicia y un líder de los descamisados.



Si viviera ahora, tendría muy claro de qué lado ponerse. Desde luego, no del de personajes tan siniestros como el Papa o Rouco. Ya lo dijo Leo Bassi, ese bufón lúcido y tocapelotas: 'Jesucristo tiene más que ver con los del 15-M que con el oro del Vaticano.'
Como también te enseñaban los jesuitas con desparpajo que había sido 'el primer comunista'.

Y esto es lo que me tiene loquito, lo miopes -o ciegos- que son para según qué cosas. Tampoco me sorprende: si algo caracteriza a la religión es su visión estrecha.
Y así ocurre lo que ocurre, que de repente algo tan irrelevante como el matrimonio gay les parece una agresión a la familia mientras, de forma harto chocante, obvian otras mucho peores.



Porque mi concepto de 'agresión a las familias' es cósmicamente diferente.
En mi opinión, lo que agrede y destroza a las familias españolas no es que dos maricas o dos bolleras se casen, ya ves tú, como si también me dicen que se desintegrarán con la conjunción planetaria de AldebaránVenus y Urano: majaderías a las que no hay que prestar atención.

Lo que sí es una agresión en toda regla a las familias, un ataque frontal, un acoso y derribo y una declaración de guerra es que les quiten sus casas de forma tan inhumana y rapaz y los echen a la calle.
Porque no hablamos de una o de dos, ni siquiera de un puñado, hablamos de más de cuatrocientas mil.
Cifra a la que habría que añadir esos más de dos millones de niños españoles que viven bajo el umbral de pobreza.


Además de ser un escándalo y una vergüenza, es este estado de cosas, y no el matrimonio gay, lo que mina, maltrata, humilla, degrada y envilece a las familias. Y lo hace a una escala masiva.
Los desahucios, los recortes en educación, sanidad y cultura, la subida abusiva de tasas e impuestos sobre los de abajo, la injusticia profunda que está ocasionando esta crisis en España, sí que contribuyen decididamente al colapso de la institución familiar.
Así que, por favor -que esto es muy trágico y muy serio-, mariconadas, las justas.

En cualquier caso, y volviendo a los matrimonios gays, lo que más me enternece de estos meapilas rampantes es lo poco que parecen entender la verdadera naturaleza de ese Jesús al que presuntamente adoran.
La suya, desde luego, no era una naturaleza tan mezquina.
Es más, está a años luz.


De vivir Jesús ahora, aparte de acudir a Neptuno y mostrar como únicas armas las palmas de sus manos en el aire, estoy seguro de que las bodas de Caná habrían sido la de una pareja de amigos suyos gays, donde se habría desmelenado bailando a Lady Gaga y el I will survive y donde, en un momento dado, habría multiplicado los gintonics y los sushis.

Ustedes, lectores creyentes, disculpen la blasfemia, pero es que la imagen que tengo de Jesús es la de un tipo muy enrollao.
La culpa, se lo digo yo, la tienen los evangélicos.