lunes, 30 de junio de 2008

Necrópolis





Mientras paseaba por el cementerio en uno de esos días grises que tanto me inspiran (el sol da vida, pero también produce cánceres de piel), de repente, mirando a mi alrededor, caí en la cuenta de que hablamos de lo que se lleva en la calle, en las pasarelas, entre los famosos, entre los políticos... Pero nunca hablamos de lo que prefieren los muertos.
Lo cierto es que los monumentos funerarios también se rigen por modas.
Y como pude comprobar personalmente, la tendencia que triunfa entre los panteones familiares es la del modelo neoclásico.
No hay ruptura. El neoclásico es apuesta segura, para qué cambiar, si es un estilo que se ha asociado a la arquitectura funeraria desde aquellos grandes panteones y mausoleos de la Antigüedad.
En cuanto a los materiales: granito y mármol negro.
En el frontispicio, el dernier cri es colocar una reproducción -o libre variación- de la Piedad de Miguel Ángel, arquetipo de imagen conmovedora.
Lo peor de todo no es que a mí por lo menos me recuerden a un hórreo sin patas, sino que sean tan pretenciosos, burgueses y aburridos.
Y el paisaje, con el mismo panteón repetido (salvo alguna atrevida excepción), resulta desoladoramente monótono y vulgar.
Tanta homogeneidad me fastidia.
Yo abogo por los panteones originales y creativos: réplicas a escala del castillo de Neuschwanstein, pagodas, cabañas tikis, tipis indios, algún panteón hi tech, otro deconstruido...
Dios mío, ya sé que están muertos y que quizá no importe esto, pero ¿dónde están la espontaneidad, el sentido del humor y el mal gusto?

sábado, 28 de junio de 2008

Huéspedes del limbo


El limbo.
¿Qué cosa será eso?
Siempre me ha fascinado la capacidad de los teólogos católicos para especular y elaborar mil teorías, a cual más fantástica y enrevesada, sobre lo que no existe.
La nada.
Pero no contentos con ello, hasta la compartimentan en distintos niveles, como si fuera un corteinglés, con directorio en la primera planta.
Está el cielo propiamente dicho, está el purgatorio –que es como una especie de zona de tránsito para los que han pecado, pero no mucho- y, compartiendo estatus igual de etéreo e indefinido, el limbo.
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Se supone que era el olvidadero donde iban a parar las pobres almitas de los niños muertos sin recibir el bautismo, lo que les privaba de salvación.
El limbo supuso una mejora en el destino de estas tiernas almas sin redención. Uno de los padres de la Iglesia, San Agustín, que no tenía nada de paternal, las condenaba directamente al infierno.
Después, unos siglos más tarde, se empezó a hablar del limbo como de un lugar donde todos estos niños precozmente fallecidos iban a parar, privados de la visión de dios, pero donde al menos no sufrían horrorosos tormentos.
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Lo del limbo, de todos modos, nunca constituyó un dogma y, en una reciente restructuración de lo que nos espera luego, la Iglesia Católica decidió suprimirlo.
No encajaba muy bien con la presunta misericordia de Dios y, por otra parte, había alarmantes problemas de overbooking dada la ingente cantidad de niños que mueren sin bautizar.
Así que nos quedamos con el cielo a secas, sin otros departamentos.
Es una pena, porque el concepto tenía algo de recinto infantil del MacDonalds o del IKEA, una especie de guardería celestial, supongo que concertada, donde gateaban y berreaban las almas de todos los bebés que no habían sido limpiados del pecado original.
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Lo que no podemos es dejarnos llevar por la tristeza, pensar en todas estas criaturas como estrellas fugaces que brillaron un tiempo y se extinguieron sin más. Que las suyas fueron existencias breves y sin sentido que ya jamás podrán tener una segunda oportunidad.
Pues bien, algunos la tienen. Y te permiten tenerla a ti, con lo que todos salimos ganando.
Me explico.
Contemplando la tumba con el osito de peluche, me acordé de Chacal y de cómo Edward Fox usurpaba la identidad de un niño fallecido a poco de nacer para crearse una nueva, aprovechándose del limbo legal, con todos los documentos en regla.
Yo he hecho lo mismo. Fui al ayuntamiento de Pozuelo y pedí la partida de nacimiento de María González Cela. El resto fue pan comido: DNI, pasaporte, tarjetas de crédito...
De modo que ya no soy David Pallol, sino María González Cela.
No, no se trata de transexualismo tardío. Si fuera eso, ya habría contactado con la Junta de Andalucía para que me subvencionaran la operación.
Tan sólo es una estrategia de supervivencia.
Estoy condenado a muerte en siete sistemas solares, y esto, al menos, me dará un respiro por algún tiempo.

lunes, 23 de junio de 2008

Cementerio tecnológico













No todo van a ser restos humanos.

Cuando uno es un sentimental, lo es para todo, tenga o no alma (al fin y al cabo tampoco está probado que la tengamos nosotros).

He de admitir que estos desechos me cosquillean especialmente la fibra emocional. No lo puedo evitar. Cuando la veo así, rota, tirada, inerte, definitivamente off, la chatarra tecnológica, no sé por qué, me conmueve.

Es entonces cuando, con lucidez dolorosa, me doy más cuenta que nunca de que en realidad no somos nada.

lunes, 16 de junio de 2008

Camposanto multiculti


Hollywood (y más concretamente Spielberg) ha contribuido a variar el folclore de los cementerios: antes de "La lista de Schindler", nadie dejaba piedras sobre las tumbas.
Es un detalle que enriquece.
Y conmueve.
Shalom.
Aunque por las fechas de nacimiento lo más seguro es que sean padre e hija, a mí, que soy un romántico, me gusta pensar que se trata de un matrimonio de condes polacos exiliados por la revolución bolchevique.
Para muchos, los polacos son unos seres rubios y de pómulos marcados que empezaron a subirnos las bombonas de butano no hace muchos años...
La realidad es otra. Los Mozarovski fueron pioneros de una invasión silenciosa. Los primeros inmigrantes eslavos de Springfield.
Por cierto, no recomiendo a nadie tratar de pronunciar los apellidos del señor Boris con un polvorón en la boca.
Yo y mis estúpidos juegos autodestructivos...

Este panteón, por el apellido, pertenece sin duda a una familia oriental, probablemente la primera que abrió un restaurante chino en Pozuelo (no es coña, existe y mis padres son vecinos suyos, ya superintegrados).
Conociendo a esta gente, para la que una rata trae suerte, un crisantemo felicidad y una carpa tuerta representa prosperidad duradera, el repollo (o coliflor) que hay sobre la puerta puede simbolizar cualquier cosa.
O lo mismo es un modesto monumento a esa ensalada de col china que les hizo millonarios...



Paseando abrumado entre una maraña de cruces e ídolos cristianos, di con esta tumba del todo original y refrescante como un aliento mentolado.
Al principio pensé que era una especie de "Say I'm your number 9..."
O que ese había sido su número fetiche a la hora de jugar a la lotería o a los ciegos.
O el que había lucido en su camiseta del equipo de rugby o balonmano con el que había entrado incluso en la categoría profesional...
A uno, a veces, le molesta sobremanera no disponer de más pistas.
Hasta que me arrimé y leí el texto de la lápida.
Se me desencajó la mandíbula ante la inusual propuesta.
Me hallaba nada menos que ante la respetable tumba de una seguidora del oscuro y minoritario culto a Baha'u'llah.
En la lápida reza:
"REZVANEH OBBADI.
1-5-1919 1-7-1983 (8-6-140)
SERVIDORA DE BAHA'U'LLAH
ENVIADO DE DIOS PARA ESTA EPOCA"
¿Es posible dar con algo más desafiante y exótico en un cementerio tan nacional-católico?
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Lo que inevitablemente me lleva a una reflexión...
Quizá estas fotos constituyan signos de los tiempos que están por venir. La diversidad cultural, esa aberración para muchos, ha llegado a los cementerios.
Y parece que lo ha hecho con la intención de quedarse. A eso tendemos: a cementerios neutrales, abiertos, tolerantes, donde tenga cabida de todo. Yo al menos sueño con algo así, una nueva era del hombre sin apartheid post mortem, donde no te segreguen por tus creencias religiosas, o ausencia de ellas, en un cementerio civil, católico, judío, británico o musulmán.
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En la nueva era de la humanidad, todos tendrán cabida en el mismo recinto. Y que cada cual haga de su tumba un sayo, mientras no ofenda seriamente a nadie ni invada el terreno del vecino.
Será un mundo de cementerios sin restricciones. Podrás poner, encima de tu tumba, una cruz, la media luna o un traje de Chanel. O incluso un Mazinger Z de piedra en posición de puños fuera.
Se abre ante ti un mundo de posibilidades creativas. Podrás envolver tu lápida con una funda de macramé. O colocarle unos neones, como si fuera la entrada a un prostíbulo barato. O una videoinstalación con un montaje de distintos momentos grabados de tu vida... Como si no se quiere poner nada. Al gusto de cada cual. Sin presión.
Por qué no ser libres entonces, cuando la muerte ya nos ha liberado de todo. Es una incongruencia total.
Yo al menos sueño con cementerios así, que muestren la riquísima variedad humana. Si hay algo que detesto de los cementerios, especialmente los españoles, es que sean tan monótonos y uniformes.
Y tan católicos...

sábado, 14 de junio de 2008

lunes, 9 de junio de 2008

Frases lapidarias

(Subtítulo para sordos: campanas tocando a muerto)

A recitar preferentemente con una calavera en la mano.

Pues te vas a jartar de dormir, bonita...

Amén.

Sin palabras.
Es un consuelo saber que ya se lo llevó dios de este mundo miserable lleno de hijos e hijas de la gran puta.

La cita pesimista/existencialista que no falte. Parece Whitman pero no: después de googlear la frase entera, he descubierto que es de Isaías (40,6).

Quelle sensibilité, poeta tenía que ser.

Esta última frase es tan ambigua que no sé cómo tomármela.

Lejos de trasmitir buen rollo, como que algún día en algún lugar nos volveremos a ver, tiene un tono de chulería que, si eres muy susceptible, puede llegar a violentar.

Es muy probable que su intención no fuera esa, más bien todo lo contrario, pero el efecto que causa al leerla es intimidante y macarra.

Más que a promesa o esperanza suena a amenaza, como que el fulano, nada más verte salir del túnel de luz, te va a partir la cara a hostias...

domingo, 8 de junio de 2008

Nota plebeya


Adivine, en menos de 5 segundos, cuál es la tumba de la familia sin complejos de rancio abolengo.

jueves, 5 de junio de 2008

Kitsch de cementerio

Esto de los jarrones de cerámica para honrar a los muertos es algo nuevo para mí; por mucho que la gente esté convencida de lo contrario, yo no frecuento los cementerios.
Me recuerdan a los tarros de botica antigua, y supongo que ayudan a diversificar la producción de las fábricas de Talavera, que no todo va a ser el típico plato para colgar de la pared; les va a venir muy bien para sortear la crisis, que para estas cosas siempre hay demanda.

Suena a clase de francés para señoritas cursis de otra época: "La plume de ma tante..."

Ante esto me quedé mudo.
¿Qué raro prodigio del diseño estaba presenciando?
¿Era el extraño e intrincado signo de una religión minoritaria?
¿Era un semáforo? ¿Un anagrama?
¿Los restos del derribo de un casino de Las Vegas?
¿Un espantapájaros?
¿Un símbolo esotérico?
¿O una monumental horterada?
Las preguntas se posaban en mis hombros como funestos cuervos, y yo seguía virtualmente anodadado, clavado en el sitio.
En mi vida había visto cosa igual sobre una tumba.
De haber sido un católico ultraortodoxo, esta especie de sicodélico árbol de navidad entre lo críptico y lo pop me habría parecido una falta de respeto, una bufonada geométrica, una herejía multicolor.
Yo por mi parte no sabría cómo definir este monumento original y fallero... No sé si es cubista o surrealista, si hay ecos de Chagall o de las joyas Tous, pero hay que admitir que, desde luego, llama la atención desde bien lejos.
Yo lo propondría como meeting point de este cementerio.
Esto parece como de atracción de Casa del Terror, esa cruz de venosa madera medio alzándose del suelo... Le falta un resorte que efectivamente la haga subir y bajar con un un chirrido lento y quejumbroso.
Sin duda aporta un toque al cementerio de bosque encantado de película gótica.
Puestos a ser kitsch, yo habría coloreado el corazón de rojo piruleta Fiesta.
Indiscutiblemente tienen una cualidad Lladró, sólo que sin el horroroso barniz.

Los partidos de pádel ya no serán los mismos sin ti, Borja Mari...

Panteón familiar modelo Exin Castillos.
Es una cruz andaluza y sencilla, como Carmen Sevilla.

Tiene algo de esos bustos romanos que se ven en las tumbas de la Vía Apia.
Un retrato muy realista.
Debió de ser un chico melancólico y guapo.
Pupilas de gato, adolescencia truncada, dos caracolillos sobre la frente y una piadosa oración por su alma.
Escénicamente perfecto.
Casi me arrancó una lágrima...