miércoles, 28 de mayo de 2014

El crack del 25


No, no me equivoco: en el 29 tuvieron el suyo, que fue financiero, y el domingo 25 de mayo tuvimos aquí otro, el del bipartidismo. Otro crack que hizo historia. Crujimos el bipartidismo y sonó como si sus huesos fueran de cristal. Lo quebramos como a un mondadientes, como a una ramita seca, como a un huesito de pollo, como a un colín, tararí que te vi.
Y espérate, que todavía tenemos que darle la puntilla en las generales.
Lo mejor está por venir.


Entre otras cosas, la campaña sucia, sucísima, bajuna y repuerca a la que la derecha más recalcitrante y sus voceros van a someter a Podemos de aquí a esas mismas generales. Conociendo el estilo que tienen los Chicago Boys del Opus, van a estar volcando toneladas de mierda delante del ventilador.
Habrá bulos, habrá infamias, habrá calumnias, habrá insultos, habrá disparates. La panoplia es amplia, y uno puede esperarse de todo.
También que Pablo Iglesias y su equipo tengan tragaderas porque las van a necesitar.


Luego está la debacle del PSOE, que es como lo de ir de culo, cuesta abajo y sin frenos. Si tuvieran un poco de vergüenza torera, se reciclarían en Asociación de Naturistas Pentálficos. Pero ahí siguen, con más moral que el Alcoyano. Se ve que no han tenido bastante escarmiento. Que, por otra parte, se tienen merecido.


Como el revolcón que le ha dado la Le Pen a Monsieur Hollande. Normal. La culpa del auge de la extrema derecha en Europa no la tiene nadie más que los partidos socialistas, que tienen a sus votantes alienados desde hace años.
No se puede ir de socialdemócrata y luego ser una geisha de los mercados. Y, a veces, perder la dignidad y los principios hasta el punto de resultar una putita más complaciente que los otros, que son sus lacayos naturales.
Este es el retrato de los socialistas de aquí. Llevan demasiados años de postureo. Por eso, la mayoría social de este país, que es progresista, huye de ellos como de la peste, porque saben que es como comprar una copia china de Chanel: nada que ver con el original.


El caso es que es triste ver su papeleta en la mesa electoral como quien ve un gorrión muerto. Era una papeleta fúnebre, marchita, caduca, como una hoja muerta, como una entrada a los cines Renoir de los años 90, descolorida, que encuentras en un cajón...
Más que una papeleta era uno de esos pétalos de rosa secos que uno encuentra entre las páginas de un libro. El recuerdo de tiempos mejores. Ni siquiera conserva el olor. Más bien huele a viejo, a gastado, a naftalina.
Y me dio mucha pena y me puse así como solemne al lado de la mesa un momento, en plan Virgilio dirigiéndose a los senadores, y fue para pensar en toda la ilusión y frescura que la papeleta del PSOE significó para tanta gente en su momento.
Un capital, el de la confianza de la gente, que han dilapidado miserablemente.


Eran tiempos de derroche. Ahora lo son de recortes. Uno de ellos inesperado: el tajo masivo a los caudales de votos de los dos grandes partidos, ahora menguantes.
Y es que en este mundo todo tiene un ciclo, no sé por qué creen ellos que van a librarse de lo que es una ley cósmica.
Eso es lo malo, que se han creído -y creen- especiales, intocables, sobrehumanos. Y no: en un momento dado son tan vulnerables como cualquiera de sus votantes. O de sus no votantes, aunque esto último -especialmente si llevan coleta- les pone muy nerviosos. Así están desde la hora uno, a la ofensiva.
Repito que la cosa no ha hecho más que empezar: nos quedan muchos meses en los que vamos a oír de todo.
Hasta que Pablo Iglesias y los suyos, en realidad, son reptilianos.


La fiesta de la democracia tiene estas cosas, que a veces el payaso que has contratado te sale antisistema, reparte camisetas del Che Guevara entre los niños y se echa con ellos al monte.
La vida te da este tipo de sorpresas, como también que, por una vez, las urnas hayan mostrado lucidez y sentido común. Y espero que las próximas generales sean como el meteorito que acabe de extinguir a los dinosaurios. El tiro de gracia. La traca final. Apocalypse now.


Porque la gente, entre los que me incluyo, está muy harta. No quiere PSOE, PP ni CiU, las alegres comadres protagonistas de una etapa superada y hedionda.
La gente, y yo con ellos, quiere renovación. Los que teníamos hasta ahora no sirven. Son corruptos, casposos, soberbios, incompetentes. Y hace tiempo que viven despegados de la realidad.
La gente lo que quiere es recuperar esa ilusión que en su día les dio el PSOE. La gente quiere oler a fresco y no a cadáver político. Quiere caras nuevas, nuevas tensiones, nuevas alternativas. Quiere más Esquerra, más UPyD, más Podemos, más Ciudadanos, más de lo que sea, mientras no sea lo de siempre.
Es un camino incierto, pero es el que hemos elegido.
Soberanamente.