jueves, 26 de abril de 2012

Charlas de confesionario

-Ave María purísima.
-Sin pecado concebida, hijo. A ver, dime, ¿en qué has pecado?
-En muchas cosas, páter. No es cuestión de ponerme a enumerarlas. Las más de las veces por pura supervivencia. Para ser artista hay que ser un poco granuja, que decía Juanito Valderrama.
-Nunca cambiarás.
-Por algo me llaman El Dogma.
-No hagas chascarrillos de verdades inmutables.
-Vale, vale. Perdone.
-Estás perdonado.
-Oiga, páter, ¿usted qué opina del asunto del robo de niños?
-Robo es una palabra muy gruesa. Más bien se les 'reasignó' a familias decentes, familias católicas con unos valores. Eran hijos de perdidas, de mujeres descarriadas. De rojas, que son las peores. La pena es que no se pueda hacer con ellas lo que se hacía antes, atragantarlas con aceite de ricino y pelarlas al rape...
-Usted no se corte, pa qué. Como su colega el de Alcalá. Por cierto, ¿qué le parecen sus polémicas declaraciones?
-Pues qué me van a parecer, hijo, que tiene más razón que un santo. Esos clubs nocturnos de hombres son antros de perdición, la antesala del infierno.
-Pues fíjese qué curioso, precisamente en uno de ellos conocí a un cura. Un cura de verdad. En una fiesta de la espuma. En calzoncillos que andaba por allí dando botes, superintegrado.
-¿Seguro que era cura?
-Sip. Y trabajaba además en un centro de menores marginales, en Entrevías. Supongo que alguna juerguecita también se montaría allí, porque le gustaba más un chavalín que a un tonto una tiza. Pero ahora que me acuerdo, también conocí en Chueca a otro cura hace tiempo. Bueno, este era sacristán...


-¿Ah, sí?
-Sí. De una iglesia de Madrid, en pleno centro. Qué gracioso era. ¿Sabe lo que hacía por carnaval?
-No, hijo, ni idea.
-Le quitaba las coronas a las imágenes de la Virgen y se las ponía él para disfrazarse de reina. Y esto que le cuento es verídico. Hay un vídeo que lo prueba, grabado en el Café Figueroa a finales de los 80, en el que se le ve bajar por las escaleras del local vestido de Isabel II. Y me viene a la cabeza también uno que se anuncia en los chats con el nick de 'curapasivo'...
-Bueno, basta ya. La maledicencia no lleva a ninguna parte, y no es ejemplo de caridad cristiana.
-Dígaselo a su obispo, el de Alcalá.
-La Iglesia es la gran incomprendida, por eso se le ataca. Son tiempos de confusión.
-Desde luego, páter, porque ¿no cree usted que ese colega suyo que sale en Gran Hermano parece más bien un sacerdote satánico?
-Es jarcoreta, hijo, es jarcoreta.
-¿Y usted?
-No hijo, yo soy más clásico. Las monjitas del jeep y María Ostiz. Y alguna canción de Bob Dylan, siempre que haya sido adaptada para cantarse en iglesia.
-Es usted un modelo de santidad, páter.
-Y la santidad, hijo mío, es algo que no se retoca con Photoshop.
-Todavía...

sábado, 21 de abril de 2012

Colmillos solidarios


La Federación Internacional de Vampiros (FIVA), ante la dramática situación laboral de millones de españoles, ha propuesto pagar 70€ cada vez que le chupen la sangre a un incauto.
'Se trataría de dar preferencia a los parados. Nos da igual una víctima que otra, y creemos que nuestra propuesta ayudaría a aliviar la situación desesperada de muchos de ellos', ha declarado su portavoz. Y añadió:
'Nos hacemos cargo de las dificultades que atraviesa España y deseamos colaborar. No queremos quedar como unos chupasangres sin más. Ya que los dejamos anémicos, que por lo menos se lleven una propinilla.'

miércoles, 11 de abril de 2012

No es país para viejos

(La noticia)


Año 2045.

Es tal el overbooking de ancianos que el Estado, para ahorrarse el desorbitado gasto de pensiones y sanidad en ellos, ha creado un gerontocidio institucionalizado: al llegar a los 65 años, que es una edad correcta para desaparecer, habiendo vivido plenamente y aún en posesión, en la mayoría de los casos, de todas las facultades mentales, el Estado fomenta la E.V. (Eutanasia Voluntaria).

En estos burocráticos casos, para maquillar la realidad, la gente no muere, “dexiste”. Esto es, deja de existir, recalcando en todo caso en los formularios que fue por voluntad propia no exenta de un encomiable patriotismo, lo que les concede automáticamente al morir una medalla al mérito civil que se entrega a los parientes junto a una bandera plegada (La ceremonia, todo hay que decirlo, es muy emotiva).

Todo anciano que se acoja al programa es eliminado limpia e indoloramente -una fugaz inyección subcutánea y, en pocos minutos, dulcemente, se acabó...-, como se sacrifica un perro en el veterinario.
Después el Estado, agradecido de quitarse un peso de encima, otorga ventajas a la familia: becas de estudio en cualquiera de los exclusivísimos centros privados que monopolizan la enseñanza, por ejemplo.
O bien se les coloca en listas preferentes para conseguir un trabajo, lo que, en una situación de desempleo casi crónica para la mayoría de la población, suele ser lo más demandado.