lunes, 21 de diciembre de 2015

La segunda transición



Que puede que comience definitivamente con la ampliación del pantone político pero que también ha traído un cambio de tonalidades, mucho más natural y favorecedor. Esto como efecto más inmediato de las elecciones del 20 de diciembre.

Porque no me refiero tanto al fin del bipartidismo -tampoco ha sido un c ataclismo, pero sí se ha llevado un buen zarpazo- como a otra cosa más inaprensible y etérea, eso que llaman atmósfera o clima, lo que se nota en el ambiente. Y lo que se nota es que se ha abierto una puerta y ha entrado una corriente que ha renovado el aire. Lo mejor de todo es que con ella ha entrado también el color, como en los televisores de los años 70.

Hemos dejado atrás los tonos mortecinos del NO-DO de posguerra y España ha recuperado el colorido, que tan bien le sienta porque en el fondo es muy gitana, para seguir cantándole al PP, que ha usado y abusado de su mayoría absoluta, que no la posee, que ha dejado de ser suya. 
El golden oldie no cambia la letra pero su sonido se actualiza. La melodía es la misma, pero la música suena mejor. De un día para otro hemos pasado de una España retro y casposa a otra muy distinta que le da la vuelta al clásico, que lo interpreta a su manera, que remezcla lo vintage y abandona el tufo a carca. Gracias a unas elecciones, hemos pasado de una España en blanco y negro a otra España en color. Casi nada.

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