lunes, 25 de mayo de 2009

Estudio comparado



He aquí la diferencia entre hip hop del bueno, cien por cien genuino, y el hip hop pedante y pastelero.

Yo lo siento por El Chojín, que se debe de creer la reencarnación de Tupac Shakur o Notorious B.I.G., pero La Excepción le mea en la oreja y desde veinte metros de distancia.
Al contrario que la voz monótona y sin garra del Chojín, la del Langui es la voz de la calle, del barrio, de la vida, y suena dolida y combativa de verdad porque la suya es la rima que brota de la mugre y la furia del gueto.

El Chojín, entretanto, flipa creyéndose la película de que es un gansta de la Costa Este, perdón, Polvoranca y no pasa de parecer un rapero de pose, de manual, de rimas tan ortopédicas como su flow.
Todo lo contrario del Langui, que recita desatado, y habla y se expresa con la conciencia social de quien la tiene en carne viva.
Por eso las suelta como puños, mientras que lo del Chojín suena a discurso pretencioso y compuesto de topicazos, uno tras otro.

Lo que hace El Chojín es un intento desesperado de buscar credibilidad callejera, que al Langui y los suyos les sobra a chorros.
Como también les sobra arte, ese arte gitano tan grande que ha salido de los barrios quinquis de Madrid y del que se saben continuadores, como han hecho en este tema evocando el Sonido Cañorroto.
Y junto a esta, otra referencia a la cultura popular que es todo un acierto: su recreación de esa obra maestra del mal rollo que es La Cabina como metáfora de asfixiante celda de castigo para quien se atreve a alzar la voz y cagarse en el sistema.

El Chojín, y como para que veamos lo que mola sin molar una mierda, opta por una estética entre lo manga y el Grand Theft Auto; todo muy previsible y muy blando.
Mientras El Chojín hace lo que puede, los de La Excepción le dan al hip hop un vuelco barriobajero magistral; esto es hacerlo nuestro y ponerle el sello de aquí, y no dedicarse a imitar sin gracia el producto americano.

La diferencia entre La Excepción y El Chojín es más que patente.
Es la diferencia entre lo auténtico y lo impostado, entre ir de guay y serlo, entre ir de rapero mesiánico y quedarse en simulacro, entre jugar a ser el puto amo y no darse cuenta de que en realidad el trono ya está ocupado por ellos.
Repito que lo siento por El Chojín, pero los verdaderos superhéroes son El Langui y sus colegas.

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