viernes, 16 de abril de 2010

Supercapicúa


Durante muchos años, gran parte de mi vida, pedía un deseo cada vez que veía una matrícula capicúa (supongo que es la versión urbanita del trébol de cuatro hojas o de la estrella fugaz que no deja ver la contaminación lumínica).

Un día, sin más, dejé de hacerlo... Creo que tuvo que ver con el cambio de matriculación a la europea, porque de repente ya no las veía con tanta frecuencia. O quizá simplemente es que me cansé. Todos los juegos terminan cansando.

Hasta que hace poco volví a encontrarme con mi destino al descubrir, en un Smart aparcado en la calle, la matrícula de la foto. Increíble. Impresionante. Capicúamente insuperable: un palíndromo perfecto. Una obra de arte de la combinación aleatoria de letras y números. Una simetría impecable de lado a lado. En resumen, una ecuación alfanumérica entre un millón.

Y pensé maravillado: "Esta matrícula es un talismán muy poderoso. Casi puedo sentir su energía telúrica. Seguro que puede concederme cualquier deseo que le pida."
Y se lo pedí.

A ver ahora si la Señora Suerte está a la altura de las circunstancias y se comporta esta vez como una auténtica dama.
Con una matrícula como esta, que parece chillar "I've got the power" a los cuatro vientos, es lo menos que podría hacer.

1 comentario:

Enrique Hernando dijo...

¡Buenísimo! ¡Qué suerte haber encontrado una matrícula así, para poder publicarla! Es el tipo de cosas que a mí también me llaman la atención. Sigue así y te seguiré siguiendo (es redundante, pero es la realidad). Un saludo, Enrique