sábado, 11 de diciembre de 2010

Viva la gente, la hay dondequiera que vas


Ese es el problema: que somos demasiados.
El Banco Mundial estima que somos 6.775.235.741 los seres humanos que poblamos el planeta y que, para la manutención de cada uno de nosotros, necesitamos el equivalente en superficie a dos campos de fútbol.
Tenía que aparecer el dichoso fútbol, para variar. Pero esta, aunque bastante cansina, no es la cuestión, sino el hecho de que lo que parecen meras estadísticas es la pura y escalofriante realidad.
Con efectos que pueden comprobarse en el mar, al que estamos esquilmando. Ya hay voces de alarma que avisan de que peces como el atún rojo están seriamente amenazados. También las sardinas, el bacalao, el salmón, el fletán...
Y ya me dirás entonces qué será entonces de un país como Portugal sin sardinas ni bacalao. De todos modos, estas especies marinas no son los únicos seres vivos en grave peligro de extinción: olvidamos a menudo que entre todos ellos nos encontramos nosotros.
Situación a la que nos estamos precipitando con nuestra actitud suicida, que no hay cosa que más nos guste que una orgía de autodestrucción.


Ante esta perspectiva, políticos y medios hablan de desarrollo sostenible, pero aquí lo verdaderamente insostenible es seguir pariendo como roedores.
Por eso me inflamo con los que, lejos de darse cuenta, predican tener más hijos. Para matarlos. Pondré un ejemplo. Yo con un programa como La Noria me divierto mucho. Para mí la telebasura es otra cosa. Como esas entrevistas y reportajes que de vez en cuando dedican a familias numerosas y en la que la madre, a la típica pregunta de si piensan tener más hijos, invariablemente responde: "los que Dios quiera mandarnos".

Pues señora, dígale que corte el grifo, que esto no da para más.
Mujeres así son unas locas peligrosas y unas irresponsables. Porque yo no sé quién es más inconsciente, si ellas o su dichoso dios. Una cosa es obedecer a la llamada del instinto, como cualquier otro animal, y otra bien distinta sublimarlo con fantasías paranoicas.
Ya es bastante estrafalario que se hayan quedado en la fase del amigo invisible. Pero que ese mismo amigo invisible esté tan obsesionado conque se reproduzcan como ratas, es de tratamiento siquiátrico.

O de juzgado de guardia. La suya es una postura insensata que nos afecta a todos. Es nuestra supervivencia como especie la que está en juego. Deberían juzgarles por criminales. Por delincuentes morales. Por terroristas.
¿Que los índices de natalidad son bajos? Pues habrá que entonar un aleluya (laico).
Y mantenerlos así si no queremos que el mundo reviente por las costuras.


Aislar socialmente a los creyentes y sus absurdas convicciones es una cuestión de salud pública. No llego al extremo de proponer que los confinen en un campo de concentración, pero lo que tampoco podemos hacer es reírles la gracia poniéndoles un micro delante.
O dedicándoles noticia con foto, como una publicada hace tiempo en 20 Minutos. Mostraba a una familia interminable, ordenada de menor a mayor, que esta disposición es un clásico y nos parece encantadora.
El pie de foto rezaba: 'El matrimonio Jeub, de Colorado (EEUU), tiene trece hijos, ya que consideran que "los niños son una gran bendición de Dios". La pareja, que pertenece al grupo religioso Quiverfull (evangélicos conservadores), no descarta tener más niños'.
El titular era: "Trece niños... y no les asusta tener más."
A ellos puede que no, a los que nos asusta es a los demás.
Lo que para esta gente excéntrica supone una bendición representa una maldición para el conjunto de la humanidad.

Afortunadamente, no soy el único que piensa así.
Este fue el comentario que un tal Luisdetomás dejó en una noticia aparecida en Yahoo que confirmaba el canibalismo de niños en Atapuerca:
"Lástima que no dejaran un recetario... Porque excedente de humanos es lo que tenemos en este planeta.
Y esa es la causa primaria del desastre medioambiental, del consumo desaforado de recursos, de la contaminación desmedida y de muchos otros problemas.
Lo malo es que queda feo decirlo. Todo el mundo encantado con el hecho de traer hijos al mundo y nadie con dos dedos de frente para calcular las consecuencias."


Consecuencias que ya estamos viendo... Y eso que lo peor está por llegar, como sigamos a este ritmo.
Así que alguien debería decirles a esas madres opusinas que acuden tan orgullosas con su prole numerosa a las manifestaciones provida que lo realmente provida es no procrear como conejas.
Lo suyo sí que es un crimen de lesa humanidad, y no el aborto.
No podemos seguir multiplicándonos exponencialmente porque es una actitud suicida.
Aquí lo inmoral es pensar que se puede parir sin parar en un mundo saturado que ya no da abasto.
No se puede ser tan inconsecuente, ni tan ciego ni tan egoísta.

Digo yo que se impone una política como la de la China maoísta, la primera que se atrevió a atajar el problema: una familia, un hijo. Solo que a escala mundial. Por muchas ampollas que levante, tarde o temprano harán falta medidas así.
O eso, o hacernos todos miembros de la Iglesia de la Eutanasia de Chris Korda.
Francamente, si queremos algún futuro para la humanidad sobre la tierra, no se me ocurren soluciones menos drásticas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El pescado "panga".....¿No se extingue?

David Pallol dijo...

En la sección de congelados del supermercado desde luego no.