sábado, 3 de diciembre de 2011

Un hit sobre hits


O un pelotazo musical sobre mamporros, que es lo que quiere decir este juego de palabras en spanglish, ese idioma del futuro en zonas fronterizas, macroaeropuertos y puertos interestelares.
Y con él me refiero a una canción que ha quedado como una auténtica rareza en la historia del pop, ahora que hace poco que hemos celebrado (si es que hay algo que celebrar) el Día Internacional contra la Violencia de Género.
Se trata de 'He hit me (and it felt like a kiss)', es decir 'El me pegó (y lo sentí como un beso)' que en su día cantó The Crystals y del que han hecho versiones otros grupos y artistas como The Motels, Grizzly Bear o Courtney Love (con Hole).
Otras como Amy Descansenpaz Winehouse la citaban siempre como una de sus favoritas, supongo que motivada por la tormentosa relación con su marido Blake Fielder y porque además le debía a The Crystals su exuberante moño.

La historia de 'He hit me (and it felt like a kiss)' es la siguiente: en 1962, Carole King descubrió que su canguro, de nombre Eva, recibía palizas frecuentes de su novio. Eva le defendía diciendo que lo hacía porque era una manera de demostrarle que la quería. Carole King no sabemos si frunció el ceño y se escandalizó por dentro al escuchar esto, lo que sí hizo fue componer una canción (a la que puso letra su marido, Gerry Goffin) que es la que cantarían the Crystals. Como dato adicional, la produjo Phil Spector, el mismo que pasaría de los muros de sonido a los de la prisión donde ahora se pudre.

La mentalidad de la época no era desde luego la de ahora, tan concienciada sobre esto, aun así 'He hit me (and it felt like a kiss)' no sonó mucho por la radio ante las protestas de muchas personas que entendían que apoyaba la violencia de género.
Y la moraleja que uno saca de esta historia (o más bien la conclusión porque moraleja, poca) es lo mucho que han cambiado las sensibilidades respecto a un asunto que, hasta hace unas décadas, se daba por asumido.
Siempre tengo bien presentes las palabras de mi padre, tetuanero de pura cepa, que a menudo me contaba que en su barrio era de lo más normal que el marido llegara borracho a casa y le diera una buena tunda a la mujer solo por desahogarse.
Las mujeres lo aceptaban resignadas como parte del contrato y en el barrio estas movidas eran el pan nuestro de cada día.


Lo que me lleva a una obra cumbre del neorrealismo español, 'Surcos', una película cruda como el sushi rodada en 1951 por un falangista comprometido, Nieves Conde, que retrata la realidad sórdida y brutal de la posguerra con bocados de tiburón blanco. A ella pertenece la escena de títeres de arriba, que hace desenfadada apología de baldar a palos a la parienta.
Lo que se ve también entre los personajes reales: cuando Toña, una de las hijas de la familia rural que viene a la gran ciudad a buscar fortuna y lo único que encuentra son desgracias, debuta en el teatro y es seducida vilmente por su empresario, el padre le cruza la cara a su mujer mientras la llama 'víbora' porque ella, como buena madre, había secundado a la hija en su aventura artística. La vecina, que presencia los bofetones, le dice luego: 'En ocasión semejante mi marido que en gloria esté me dejó pa ocho días de cama'.


Afortunadamente, todo tiene un final feliz: ahora la violencia machista ya no se ve como algo natural, todo lo contrario, como una aberración a desterrar y la niñera de Carole King, la que inspiró la canción que a su vez ha inspirado este post, se convertiría poco después en Little Eva y tendría su propio hit, esta vez sin árnica: 'The locomotion'.
Si hay algo que me gusta de la música pop, aparte su habilidad para reflejar el momento social, es su capacidad de redención.

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