miércoles, 23 de junio de 2010

Burkarama


Por supuesto, no es una burka.
Son distintas vistas a través de una valla de chapa perforada, en cualquier caso similar a la visión por el ventanuco con rejilla de esa túnica siniestra.
Si algo detesto de las religiones es lo profundamente inhumanas que son, y lo de la burka es buena muestra.
No hay religión humanista, por mucho que insistan los partidos de la democracia cristiana.
Pero volvamos al tema de las musulmanas, de tan candente actualidad por sus polémicos complementos.
Es curioso, hace pocos años no distinguíamos un hiyab de un chador, y hoy nos hemos convertido todos en expertos.

Lo primero que me pregunto sobre todo esto es por qué tienen ellos tanto morro. Los hombres musulmanes, me refiero: el Corán también les prescribe a ellos modestia en el vestir.
Las chilabas y turbantes han quedado como lo que son, vestuario de época o el típico souvenir que nos llevamos de Marrakech.
Los únicos coherentes con esto son los príncipes saudís, que siguen vistiendo como si sus tribus del desierto no se hubieran enriquecido con petróleo.
A los demás, dales cualquier vaquero, camiseta y zapatillas de marca (occidental) que se vuelven locos.


Mi tendencia a la dispersión es conocida, así que me centraré en las mujeres musulmanas.
En los mil reportajes y documentales que he visto sobre el tema, de España y el extranjero, ellas insisten siempre en lo mismo: que nadie las obliga, y mucho menos su padre o su marido, que es un decisión personal, que sólo las motiva su devoción por Dios y que además, ocultándose de esta manera, los hombres no se fijan en su físico y las valoran por otras cosas.
Será por cómo hacen el cuscús...

Luego, como escribía una muy lúcida lectora al EPS hará unas semanas, ¿qué ocurre con las que son lesbianas? ¿También ellas necesitan protegerse de las miradas verracas de los hombres? La pregunta era la del millón de petrodólares, claro que en los países musulmanes -y no sólo los árabes, también Irán, por ejemplo- ya se sabe que oficialmente no existen las bolleras, que eso sólo es una de las muchas aberraciones propias del decadente Occidente.
Ese decadente Occidente que, por otra parte, los tiene absolutamente fascinados.
Y así andamos, con esta intensa relación de amor-odio que origina subproductos resentidos como Al Qaeda.


No sé qué tiene mi pueblo que no hace más que aparecer en los medios: cuando no son unos riots juveniles es un tipo encaramado a una grúa exigiendo que el ayuntamiento le pague (si alguien todavía se preguntaba cuál era el lenguaje perdido de las grúas, ha quedado claro: reivindicativo) o un rifirrafe cultural en un instituto porque una de sus alumnas, marroquí, había decidido acudir con velo.
Lo que más me llamó la atención fue que la muchacha, que debía ser la primera interesada en dar la cara para explicar su actitud, era una figura espectral que, como mucho, aparecía en algún plano más o menos lejano y de espaldas.
A la madre, por su parte, tampoco se le vio el pelo, perdón, el velo.
El único que hablaba por todas ellas, como portavoz de la familia, era el padre, esto es, el macho de la manada y el único al parecer autorizado.
Cuando le veía hablar en la tele, todo apestaba a que en realidad el único interesado era él y que la "libre decisión" de su hija escondía una imposición o presión suya.
Apuesto diez contra uno a que no me equivocaba.


Esto no es cuestión de tolerancia ni de libertad religiosa, es cuestión de no dejarse estafar.
Por mucho que lo maquillen de piedad y decisión personal, las mujeres musulmanas siguen estando supeditadas a lo que los machos de sus familias estimen oportuno: son ellos los que rigen y determinan sus vidas, con poco o nulo margen de libertad.
Y esto es una indignidad.
Lo malo es que entre las mismas musulmanas las hay que caen en la trampa. Muchas de ellas con formación: diputadas, catedráticas, doctoras...
Y están muy confundidas: no es la voluntad de Dios la que satisfacen con su recato sino ese arcaico concepto del honor familiar que tienen los varones de su clan.
Porque a Alá, si existe, estos asuntos le traen al fresco y lo más seguro es que le dé igual que la mujer vaya tapada o enseñando el ombligo y el tanga; allá cada cual mientras su decisión no perjudique a nadie.
Y si tú además te sientes bien, estupenda y sexy, ¿qué más le dará a él que vayas con el culo al aire o flameando tu melena dorada al viento como en los comerciales de champú Johnson's o Sunsilk?
Pues eso.

miércoles, 9 de junio de 2010

Aquí viene la lluvia otra vez



Cayendo sobre mi cabeza como un tragedia, cayendo sobre mi cabeza como una nueva emoción. No es que sea así en realidad, sólo trascribo lo que cantaba Annie Lennox en esa melancólica canción de Eurythmics virtuosa en violines.
La misma que suena en este post actualizada por los Freemasons, otros virtuosos pero de las remezclas.
No sé qué caché tendrán, pero ojalá pudiera contratarlos para remezclar mi vida, a ver si volvía a sonar otra vez estimulante y fresca.

Tan estimulante y fresca como la lluvia primaveral que ha caído hoy, una lluvia fina y suave de las que luego, cuando escampa, la gente dice "bah, si han sido cuatro gotas".
Con lo que entramos en el campo sembrado de minas antipersonales de las frases hechas. Hace poco, por el Facebook, cómo no, me enteré de que en este blog habían reunido unas cuantas bajo el epígrafe ¡Vivan las frases huecas!
La iniciativa consistía en recopilar el mayor número posible de estos mantras de la sociedad moderna, frases entre el estereotipo y la obviedad que, a fuerza de repetirse, han perdido toda su fuerza.

Le eché un vistazo y no pude leer más de tres de lo mucho que me estaba sonrojando. De vergüenza ajena y propia, que yo tampoco estoy libre de pecado, aunque de las frases hechas, al contrario que de otras sustancias estupefacientes, no abuse.

Pues bien, al igual que con el tema "señoras", ya en franca recesión, no quisiera dejar de hacer mi modesta contribución a tan ingente y loable tarea con cuatro perlas que sumar al rico acervo cultural de las frases hechas:
"Las niñas son más tranquilitas"
"El Mediterráneo es una balsa de aceite"
"Las palomas son ratas con alas"
Y la definitiva:
"Lady Gaga es la nueva Madonna".
Lo sé: dan ganas de decir Amén, pero no piques, contente. Es cuestión de disciplina.

domingo, 6 de junio de 2010

Post granizado



Nada como unas imágenes del invierno pasado para contrarrestar el calor y recordarnos, de paso, lo mudables que son las cosas.

jueves, 20 de mayo de 2010

Cárcel de muñecas



Lo peor de todo es que se pasan el día mirando la calle y añorando, supongo, su libertad.

jueves, 13 de mayo de 2010

Una habitación con vistas


La de la suite 409 en el hotel Miranda-Suizo de El Escorial, un miniapartamento de lo más cuco al que sólo le faltaba, para ser perfecto, una cocina, siquiera americana.
El Miranda-Suizo es un hotel venerable en el pueblo más elegante y señorial de Madrid. En él pasé hace poco un fin de semana húmedo y fresco pero de lo más romántico y relajante.
En los bajos del mismo edificio hay una preciosa cafetería art decó que es toda una institución en el pueblo, con un ambiente de lo más bullicioso las tardes del fin de semana. Es el punto de encuentro para la pequeña burguesía del pueblo que acude en familia a merendar.
Hay hoteles encantados, como el Chelsea de Nueva York, y hoteles, como el Miranda-Suizo, con mucho encanto.


Suite 409.
Suena a título de película de terror, una de esas en las que la verdadera protagonista es la habitación de un hotel que encierra un secreto macabro -un crimen sangriento o misas negras con sacrificios humanos- y en la que por las noches tienen lugar sucesos extraños: voces, portazos, aparatos que arrancan solos, una poderosa sensación de no estar solo, crujidos y arañazos en las puertas...
Por lo que pudimos comprobar, esta no pertenecía a esa lista de habitaciones malditas a la que se acaba de incorporar la número 101 del Hotel Miramar de Lloret de Mar, donde una fugitiva británica ha asfixiado a sus dos hijos pequeños.


Yo soy de los que buscan emociones fuertes siempre que pueden, pero esta vez ambicionaba justo lo contrario: más que sentir pánico en la habitación, buscaba una habitación del pánico, una burbuja donde sentirme protegido y a salvo de un mundo que no nos da tregua desde hace tiempo con sus catástrofes naturales y esta crisis larga y profunda que está creando un clima cada vez mayor de incertidumbre y descontento.
La suite 409 del Hotel Miranda-Suizo fue, durante un fin de semana memorable, el refugio ideal donde aislarse de todo eso.
Y si acaso querías un contacto suave con el exterior, te asomabas a la terracita para inhalar aire serrano y disfrutar del panorama impresionante de la cúpula y torres del monasterio, los tejados suizos del pueblo y las faldas del pico Abantos mientras a cada rato se escuchaba un concierto zen de de carillones y campanas.
Y entonces me acordaba de una frase que escuché en una película de J. L. Mankiewicz, "Mujeres en Venecia":
"El mundo parece más seguro desde la ventana de un hotel."
Francamente, no podría estar más de acuerdo.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Parientes en venta


Son tiempos duros, lo sé, lo sabes, lo sabemos.
Y también que hay personas totalmente carentes de escrúpulos que serían capaces de vender a sus madres (los chinos de las tiendas, sin ir más lejos, si no fuera porque les sale más a cuenta tenerlas trabajando 18 horas diarias).
No obstante, para los que todavía conservan alguno y se las ven y se las desean para pagar la hipoteca o llegar a fin de mes, aquí tienes un seguro que te da la opción de vender a tu prima previa tasación.
Así que piensa en el ramillete de hijas de tus tías, que seguro que encuentras alguna de la que poder desprenderte sin muchos remordimientos y por la que además, si tiene buena dentadura, está entera y sana, te pueden dar un buen pellizco.
Luego es cuestión de proponérselo, a ver qué le parece.
Claro que corres el riesgo de que te diga lo que aquel pastor de cabras griego le decía a su pariente en EEUU:
"Esto es ridículo, primo."
O a lo mejor, quién sabe, se presta encantada.
Tal como están las cosas, un dinerito extra no viene nada mal, y tú por probar no pierdes nada.

viernes, 16 de abril de 2010

Supercapicúa


Durante muchos años, gran parte de mi vida, pedía un deseo cada vez que veía una matrícula capicúa (supongo que es la versión urbanita del trébol de cuatro hojas o de la estrella fugaz que no deja ver la contaminación lumínica).

Un día, sin más, dejé de hacerlo... Creo que tuvo que ver con el cambio de matriculación a la europea, porque de repente ya no las veía con tanta frecuencia. O quizá simplemente es que me cansé. Todos los juegos terminan cansando.

Hasta que hace poco volví a encontrarme con mi destino al descubrir, en un Smart aparcado en la calle, la matrícula de la foto. Increíble. Impresionante. Capicúamente insuperable: un palíndromo perfecto. Una obra de arte de la combinación aleatoria de letras y números. Una simetría impecable de lado a lado. En resumen, una ecuación alfanumérica entre un millón.

Y pensé maravillado: "Esta matrícula es un talismán muy poderoso. Casi puedo sentir su energía telúrica. Seguro que puede concederme cualquier deseo que le pida."
Y se lo pedí.

A ver ahora si la Señora Suerte está a la altura de las circunstancias y se comporta esta vez como una auténtica dama.
Con una matrícula como esta, que parece chillar "I've got the power" a los cuatro vientos, es lo menos que podría hacer.