jueves, 5 de junio de 2008

Kitsch de cementerio

Esto de los jarrones de cerámica para honrar a los muertos es algo nuevo para mí; por mucho que la gente esté convencida de lo contrario, yo no frecuento los cementerios.
Me recuerdan a los tarros de botica antigua, y supongo que ayudan a diversificar la producción de las fábricas de Talavera, que no todo va a ser el típico plato para colgar de la pared; les va a venir muy bien para sortear la crisis, que para estas cosas siempre hay demanda.

Suena a clase de francés para señoritas cursis de otra época: "La plume de ma tante..."

Ante esto me quedé mudo.
¿Qué raro prodigio del diseño estaba presenciando?
¿Era el extraño e intrincado signo de una religión minoritaria?
¿Era un semáforo? ¿Un anagrama?
¿Los restos del derribo de un casino de Las Vegas?
¿Un espantapájaros?
¿Un símbolo esotérico?
¿O una monumental horterada?
Las preguntas se posaban en mis hombros como funestos cuervos, y yo seguía virtualmente anodadado, clavado en el sitio.
En mi vida había visto cosa igual sobre una tumba.
De haber sido un católico ultraortodoxo, esta especie de sicodélico árbol de navidad entre lo críptico y lo pop me habría parecido una falta de respeto, una bufonada geométrica, una herejía multicolor.
Yo por mi parte no sabría cómo definir este monumento original y fallero... No sé si es cubista o surrealista, si hay ecos de Chagall o de las joyas Tous, pero hay que admitir que, desde luego, llama la atención desde bien lejos.
Yo lo propondría como meeting point de este cementerio.
Esto parece como de atracción de Casa del Terror, esa cruz de venosa madera medio alzándose del suelo... Le falta un resorte que efectivamente la haga subir y bajar con un un chirrido lento y quejumbroso.
Sin duda aporta un toque al cementerio de bosque encantado de película gótica.
Puestos a ser kitsch, yo habría coloreado el corazón de rojo piruleta Fiesta.
Indiscutiblemente tienen una cualidad Lladró, sólo que sin el horroroso barniz.

Los partidos de pádel ya no serán los mismos sin ti, Borja Mari...

Panteón familiar modelo Exin Castillos.
Es una cruz andaluza y sencilla, como Carmen Sevilla.

Tiene algo de esos bustos romanos que se ven en las tumbas de la Vía Apia.
Un retrato muy realista.
Debió de ser un chico melancólico y guapo.
Pupilas de gato, adolescencia truncada, dos caracolillos sobre la frente y una piadosa oración por su alma.
Escénicamente perfecto.
Casi me arrancó una lágrima...

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