miércoles, 22 de julio de 2009

Style & the city


Vivir en Tribunal es vivir en el centro del mundo.
Al menos esa impresión da.

El trajín de Sol, por compararlo con otra zona de paso, es mucho más vulgar, con una masa en movimiento en la que hay de todo, como en botica, de modo que carece de personalidad; los rasgos son tan variados que sus señas de identidad se diluyen.
Hierve de gente, sí, pero gente sin más, sin nada interesante que destacar.

Tribunal en cambio es ahora mismo el verdadero ojo del huracán en Madrid, el punto de encuentro entre Malasaña y Chueca, con Fuencarral en medio haciendo de Río Grande.
Es el nudo estratégico donde juntan sus caminos tribus urbanas de todo tipo, el punto exacto donde tomarle ahora el pulso a la ciudad, porque allí verás y te cruzarás with the in crowd, que diría Bowie, en su devenir y en sus devaneos diarios por Madrid.

Lo que yo ignoraba es que también marcara estilo.
Me explico.
El otro día, en el cercanías, se subieron en Aravaca un grupo de pijos seudoalternativos que se sentaron a mi lado.

Uno de ellos, señalando a uno de sus colegas, de repente dijo:

"Esos pantalones son muy Tribunal."

Ante tal comentario no tuve más remedio que fijarme en los pantalones en cuestión, unas bermudas que tampoco eran nada del otro mundo, simples, sin bolsillos laterales ni correas colgando y de un color indefinido entre arena o caqui (cómo me gusta esta palabra, por Dior).

Lo dicho, nada especiales ni llamativos. Pero me hizo gracia la ocurrencia, porque hasta ahora yo al menos no había asociado un estilo de vestir concreto a esta parte de la ciudad entre el Madrid marica y el alternativo.

Pero parece que sí, que Tribunal define un cierto concepto urbano de la moda, lo que viene a sumarse al estilo pijo clasicorro del barrio de Salamanca, con el mayor ratio de chicas/señoras con mechas y perlitas en las orejas por metro cuadrado del mundo, y al perriflauta-multiétnico de Lavapiés, ese barrio que es un melting pot entre Lahore, Tetuán y Caños de Meca que Nacho Canut, tan esnob, asegura no haber pisado en su vida.

A lo mejor se debe al carácter fronterizo de Tribunal, que ya se sabe que los territorios de frontera son sorprendentes y creativos: en ellos surgen y se gestan nuevos idiomas, gastronomías, músicas y actitudes que no tienen nada que perder porque los códigos y las reglas se difuminan y además beben sin complejos, y a la desesperada en muchos casos, de dos mundos.

Será por eso que si hay algo actualmente cercano al espíritu tex-mex en Madrid, es Tribunal.

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