miércoles, 2 de septiembre de 2015

Enjambre

Ese era el título de una subproducción de terror animal de los años 70, en la estela de Tiburón, Piraña y Orca, la ballena asesina.








Es también la palabra que David Cameron usó para describir las oleadas de inmigrantes que se arremolinan en Calais, acechando para dar el salto a las islas británicas.

Quizá David Cameron prefiriera en ellos un comportamiento de lemmings más que de marabunta fuera de control, para que así se precipitaran todos al mar y murieran ahogados.







Pero son seres humanos desesperados que huyen de la guerra y la tragedia, y cuando luchan por una vida mejor y más tranquila no son precisamente suicidas sino obcecados.
Lo importante, que era crear alarma, lo consiguió: normal que si te refieres a los inmigrantes como 'enjambre', las buenas gentes de criterio simple de tu país visualicen una especie de plaga bíblica de langostas y no les llegue la camisa al cuerpo.














A tenor de esto, en comentarios del FB de ciudadanos británicos leí barbaridades como que lo mejor sería tapiar, anegar o volar el Eurotúnel, que en mala hora lo construyeron.
Los británicos nunca cambiarán: son incorregibles en su insularidad mal entendida.

Pero es que como decía precisamente un poeta inglés, John Donne, nadie es una isla. También decía aquello de no preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti. Para este poeta isabelino, la humanidad forma una unidad espiritual y uno de sus individuos se resiente si le ocurre algo a otro. Es como un macroorganismo.

































Lo puedes ver también así: todos formamos parte de una gran familia, que para eso descendemos todos de la misma mona. Esto está científicamente demostrado: la humanidad tiene una madre común y por esta razón, ese sirio o subsahariano que ves en las noticias es un primo tuyo. Lejano, pero primo.
Tú ríete, pero esa es la razón de ser de una de las tres patas del lema republicano: la fraternidad. Los cristianos también la predican; otra cosa son los demócratacristianos: rosario y realpolitik no se llevan muy bien.

Cristiano o no, hay que tener el corazón muy duro para que no te afecten profundamente esas fotos de niños ahogados. Algunos parece que no va con ellos, como si las víctimas pertenecieran a una especie diferente. Luego lo mismo son de los que corren a adoptar un perro, que también está muy bien, pero ahora mismo la prioridad es otra. Hay que recuperar el concepto antiguo y hermoso de fraternidad.  Basta con un poco de empatía, coño, que tampoco es tan difícil: ponte en su lugar. Te ves envuelto en un país en llamas, en el que tu vida y la de los tuyos peligra a diario, y habrías hecho lo mismo que ellos: escapar.

Es lo que están haciendo: huír en masa del infierno que dejan atrás. Ahora mismo, el continente europeo visto desde arriba debe parecer la toma aérea de un documental sobre la gran migración de las cebras y los ñúes en África. Los refugiados galopan sin freno hacia un futuro mejor, atravesando Europa en estampida.

El fenómeno está provocando una reacción previsible: el auge de la extrema derecha y la xenofobia en Europa. Pero también otra imprevisible: en la misma Alemania donde han atacado centros de refugiados, hay otros ciudadanos que reciben a los refugiados con calidez y hasta los acogen en sus casas.
Ante la parálisis y la insuficiente acción de su gobierno, han decidido tomar una iniciativa que está revolucionando a la Europa con conciencia.
El suyo no ha sido un gesto extraordinario.
Han tenido simplemente 'humanidad'.

A veces es un trabajo, más que sucio, comprometido, pero alguien tiene que hacerlo.
Total, ¿no alquilas parte de tu casa vía Airbnb? Pues esto viene a ser lo mismo pero por una causa humanitaria. No te sacarás un dinerillo extra pero después de la gratificante experiencia te quedarás como el Borbón campechano, lleno de orgullo y satisfacción.

Europa ha recuperado parte de su dignidad poniendo la fraternidad en acción. La iniciativa de un puñado de alemanes ya está prendiendo en el resto del continente, un movimiento de solidaridad que se extiende imparable, lo que debe tener a Marine Le Pen pasmada porque la gente común parece que sí, que está dispuesta a acoger a un desconocido que viene de lejos en su casa.
A ver qué reproche le hace la próxima vez que toquen el tema a Ana Pastor.


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