sábado, 3 de junio de 2017

La banlieue meets el barrio


Me enseña una de mis sobrinas este vídeo y me parece algo muy grande. Así a simple vista parece rodado en uno de esas banlieue franceses y protagonizado por la segunda o tercera generación de chavales de familias emigradas de Marruecos, Argelia o Senegal, muchos de ellos luciendo orgullosos en sus remeras los colores de las selecciones de su país.

Pero no, esto no es Marsella: es Lavapiés, en Madrid: a poco que uno conozca el barrio y se fije, lo reconoce enseguida. Y es este giro inesperado de guion que me parece lo más. Ahí está la genialidad de este vídeo, que juega al despiste rizando de forma muy juguetona el rizo de la multiculturalidad: no se trata de un producto musical de la calle surgido aquí, sino de otro nacido fuera, el afrotrap, y trasplantado aquí con naturalidad y desparpajo, hasta el punto de parecer propio: esa onda callejera de suburbio francés no rechina nada en Lavapiés, al contrario, encaja como un guante.

Karim Benzema se llama el tema, porque Karim Benzema es el ídolo de todos estos chavales: como Zidane, es un héroe de lo que antes se llamaba el Tercer Mundo. Para ellos ha conseguido el súmmum de la integración en el Primer Mundo Blanco y Rico: juega en el Real Madrid (aunque ellos lleven camisetas del Barça, el equipo de los oprimidos, pobres y marginados del planeta), gana una pasta obscena, maneja autos despampanantes y tiene todas las chicas guapas del mundo a sus pies.
Normal que le tengan en un pedestal. Para un hijo de inmigrantes del Magreb o del Sahel, Karim Benzema encarna el Éxito en la vida, la redención de sus orígenes, la consagración absoluta: ahora puede hablar a los blancos de igual a igual, hasta humillarlos con su dinero si quiere, que para eso le sale por las orejas.
Por eso le cantan y le dedican esta canción chatarrera, porque todos quieren ser como él. Para todos estos adolescentes que viven en Europa pero cuyo origen hay que rastrear en Tetuán, en Argel o en Dakar, Karim Benzema es su dios.

Lástima que, de momento, las únicas Puertas Doradas a la integración VIP en Occidente sea darle patadas a un balón. Yo soy más de menos fútbol y más de repartirles microscopios, pero bueno, no quiero amargar la fiesta #antiLePen y #antiTrump que es este vídeo.

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