miércoles, 28 de mayo de 2008

Tanatocuentos y otras historias

Lo de los tanatocuentos no es mío; ya quisiera yo ser tan ingenioso para los neologismos.
Como creo que puede apreciarse en la foto de arriba, se trata de una iniciativa de la empresa mixta de los servicios funerarios de Madrid, que convoca un concurso de tanatocuentos, es decir, relatos que versen sobre “algún aspecto de los ritos funerarios.”

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La invención del vocablo ya me parece suficientemente original como para dejarlo aquí, pero, tan dado como soy a afilar lo que en principio es imposible que pueda tener punta, inevitablemente me pregunto: ¿a qué aspectos de qué ritos funerarios se refiere? Lo digo porque, por lo que he visto en algún documental de Odisea, en Papúa-Nueva Guinea los hay realmente desagradables.
No sé hasta qué punto sería aceptable en este caso la diversidad cultural.
Otra cosa que me temo es que tampoco se podrá echar mano del humor negro, ese humor oscuro y ponzoñoso como la brea que a mí me gusta tanto… Pero que no conecta fácilmente con la sensibilidad general.
Como tampoco se suelen entender las tendencias enfermizas hacia lo más horripilante y macabro. Porque si Poe viviera y le diera por presentarse a este concurso, no sería precisamente con un relato muy complaciente con la sensibilidad burguesa, que es al fin y al cabo la que otorga el premio.
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No os lo niego: yo he pensado en presentarme, pero por otra parte no estoy nada seguro de hacerlo, ya que a mí el aspecto de los ritos funerarios que más me atrae es el del canibalismo.
De hecho se me había ocurrido un relato, algo titulado Los Últimos Días de Atapuerca, por ejemplo…
Ya me parece estar viendo los gestos arrugados de asco del jurado al leerlo... Y mira, probablemente no me lleve ni un cochino accésit, pero al menos, imaginando la escena, me regodeo.

Adiós.
Esa es la palabra.
Que no es un hasta luego ni un hasta pronto: es para siempre, la despedida definitiva.
Y también el título de una revista harto curiosa que descubrí en el Tanatorio Sur, centrada única y exclusivamente en el siempre morboso y espinoso tema de la muerte.
Aun sin pretenderlo, es gótica a más no poder.
En serio, podría pasar perfectamente como boletín oficial de la comunidad siniestra, tan sólo conque se retocara un poco su maquetación insípida.
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Y eso que, repito, su intención inicial es de lo más inofensiva: desdramatizar la muerte con artículos que van de lo frívolo a lo erudito pasando, cómo no, por lo existencial, haciendo así de ella algo natural y presente en nuestras vidas desde tiempo inmemorial.
Para los que hemos caminado con zombis, esta revista especializada en el morbo inagotable de la muerte supone un boccato di cardinale intelectual.
Entre las cosas que puedes leer: la noticia de que Terra Mítica, para celebrar Halloween, se convirtió por un día en un cementerio, un interesante artículo sobre los ritos de la muerte en las culturas toltecas, un romántico reportaje fotográfico sobre la paz y la belleza de los cementerios irlandeses (en 2 entregas) o un sorprendente estudio de cómo aceptan la muerte los jóvenes universitarios.
Me he suscrito, por supuesto.
Y me he permitido la libertad de suscribir también a Tim Burton.
Estoy seguro de que, como a mí, le va a encantar.

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